La Giraldilla es el símbolo de La Habana y el más antiguo fundido en bronce de la capital cubana.

La eestatuilla de mujer tiene 110 centímetros de altura y estuvo erigida en la atalaya del Castillo de la Real Fuerza desde 1632 hasta que en 1926 un ciclón la arranco de su pedestal y la hizo caer.

Con posterioridad se realizó una copia que se ubicó en el mismo sitio, trasladándose la original al Museo de Bellas Artes y, años después, al Museo de la Ciudad (Palacio de los Capitanes Generales).

La figura es la de una joven vestida a la usanza del Renacimiento español, portando en su brazo derecho una palma, de la que sólo se conserva el tronco y, en la izquierda en un asta, la Real Cruz de Calatrava.

Inspiración para una Giraldilla

Recuerda la escultura a Doña Isabel de Bobadilla, esposa de Hernando de Soto, Capitán General de Cuba y Adelantado de la Florida, la que pasaba largas horas en la torre de la vigía (la atalaya) del Castillo de la Real Fuerza, que por aquel entonces era vivienda del gobernador de Cuba, mirando hacia el mar en espera de las naves que traerían a su esposo de vuelta al hogar. Dicen que la enamorada murió, finalmente, de amor.

La Giraldilla sobre la Real Fuerza
La Giraldilla fue mandada a colocar sobre la torre del Castillo de la Fuerza por el gobernador de Cuba, Juan Vitrián de Víamonte (1630 – 1634)

Unos años más tarde el artista habanero de origen canario, Gerónimo Martín Pinzón (1607 – 1649), se inspiró en aquella mujer, símbolo de la felicidad conyugal y la esperanza, y esculpió una figura en su recuerdo.

El gobernador de la ciudad, Don Juan Vitrián Viamonte, cuyo mandato abarcó de 1630 a 1634, mandó a fundir la escultura en bronce y a colocarla, a modo de veleta, sobre la torre añadida poco tiempo después al castillo, bautizándola con el nombre de la Giralda de su ciudad natal, Sevilla.

Así la Giraldilla se fue convirtiendo en el símbolo de la ciudad de La Habana, por tradición y por su historia, con matices de leyenda y de historia de amor.