Extracto sobre la plaza vieja publicado en el libro «Matanzas, primera urbe moderna de Cuba» de la autora Alicia García Santana.

En 1559, se decide delinear un espacio público destinado a mercado y fiestas, tarea encargada al ingeniero Bartolomé Sánchez, quien traza una plaza de planta rectangular. 

Plaza Vieja de la Habana
Detalle en la Plaza Vieja

Esa era la forma recomendada por Vitruvio, que consideraba la plaza ideal con las siguientes características: 

“el ancho será dos tercias partes del largo, y así será su forma más larga, y su disposición provechosa para los espectáculos”. 

Para el arquitecto de Augusto, la “media y extrema razón” era una proporción en la que, de la parte pequeña a la grande debía existir la misma relación que de la grande al todo. 

Era el fundamento de la Regla de Oro o Razón Áurea, ampliamente estudiada durante el Renacimiento. El rectángulo áureo, considerado como canon de belleza, responde a una proporción derivada del número áureo Fi (Φ). 

Plaza Vieja
Imagen aérea en la que se aprecia el trazado rectangular de la Plaza Vieja

El hecho de que, desde muy temprano, las residencias del entorno de esta plaza dispusieron de portales en sus frentes —autorizados por el cabildo como parte del espacio público y propiedad de la ciudad—, sugiere la posibilidad de que los mismos fueron concebidos en el proyecto de Sánchez. 

Dichos portales, soportados en horcones de madera, comenzaron a adosarse a las viviendas de la plaza Vieja a partir de 1632.

Que sepamos, esa plaza fue la primera en América en ser diseñada expresamente acorde con los modernos conceptos renacentistas de la proporción áurea, acogidos con posterioridad en la legislación indiana. En tal caso, el ideario precedió a su sanción jurídica. 

En el siglo XVIII el principal espacio cívico de La Habana era el de la plaza Vieja

llamada Mayor por el obispo Morell de Santa Cruz, distinguida 

“no sólo por el título de Nueva, sino también por los portales, valcones y Casas muy costosas y bellas que la circunvalan”.  

En su entorno tuvo lugar un dinámico proceso de renovación arquitectónica, a consecuencia del cual apareció en La Habana un nuevo tipo de vivienda, llamado señorial o casa-almacén, que adquiere rango y fisonomía de palacete sin precedentes.


Hasta aquí el texto de la arquitecta, a continuación le recordamos a los lectores algunas de las casas que ya hemos tratado en esta página: