Grandes vallistas ha tenido Cuba, algunos muy fuertes, otros sumamente mediáticos, pero ninguno tan temperamental y ajeno al nerviosismo como el santiaguero Anier García, el niño enfermizo al que el deporte hizo grande.

Nació en la llamada Capital de Oriente, el 9 de marzo de 1979 y como era un niño inquieto, pero con problemas de salud, su madre Bárbara Ortiz, profesora de la Escuela de Iniciación Deportiva lo llevó a practicar atletismo, siendo su propia madre su primera conductora. Para Anier García esa puede haber sido una de las claves de su éxito:

Para llegar a grandes cosas hay que empezar desde abajo, el talento se potencia con los valores que te enseñan desde la casa, en la escuela.

Havana Times

Desde los primeros Juegos Escolares en que interviene comienzan a fijarse en él, llamaba la atención su fuerza, estatura y limpieza técnica en saltos -pocos saben que marcó 2,10 en salto alto con solo quince años-, vallas y resistencia, por lo que después de los juegos de 1990 ya es un hecho la atención que sobre él tienen los entrenadores del equipo nacional, con el cual finalmente debuta en los juveniles en 1993, dedicado ya -afortunadamente- a las vallas, siguiendo tal vez el ejemplo del padre Pedro García Despaigne, quien fue fue corredor de 400m con vallas.

Me gusta pensar que nací para ello. Creo que también influyó la imagen de mi padre    -que había sido vallista-, aunque a veces creo que fue una luz que me dio la vida para mostrarme el mejor camino a seguir.

Cuba x Dentro

Anier García el Campeón Olímpico que no tenía nervios

La confianza en sí mismo fue algo que siempre le acompañó, y le permitió superar uno a uno los escollos y pruebas de una disciplina que en Cuba había venido a menos. En gran medida, el renacer que luego tuvo este país en la especialidad se debió al ejemplo de Anier García, pues ningún niño quiere practicar un deporte que no tiene campeones cercanos, o modelos que imitar.

Anier llamaba la atención por su estatura y fortaleza, con 1,90 metros de altura y 85 kilogramos de puro músculo era un portento físico, algo raro entre los velocistas cubanos de entonces.

Anier García
Una de sus fortalezas fue la depurada técnica para saltar las vallas

Su primera clarinada la dio en el Panamericano de 1995, el cual ganó con apenas diecinueve años. Como siempre cargó el sino de no salir nunca favorito, Anier aprendió a correr sin presión, no tenía que cumplir exigencias ni expectativas, por eso sorprendía siempre, era, curiosamente, la medalla segura que los “expertos” no pronosticaban.

Paris 1997, comienza la gloria

Al Campeonato Mundial Bajo Techo de París acude como uno más de la delegación cubana, un jovencito llevado a foguearse en un momento donde Cuba centraba su atención en los saltos, largo, triple y de altura. Ganó los 60 metros con vallas, por delante de la armada americana, dueños y señores hasta entonces de la especialidad.

Pero ni siquiera esa victoria hizo que Anier García saliera favorito para los especialistas cubanos de cara al Panamericano de Winnipeg 1999, estaba en los planes, pero los pronósticos indicaban una victoria norteamericana. Para colmo llegó convaleciente de una lesión, de la que se había recuperado hacía apenas quince días. El mismo cuenta:

(…)fui casi sin entrenar a correr mis panamericanos. Allí, en la semifinal, los dos americanos (Eugene Swift y Dominique Arnold) hacen récord para la región con 13.21, y yo andaba por los 13.60 (exactamente 13.58). Pero en la final pude imponerme, y mi alegría se duplicó cuando miré para el lado y vi a Yoel Hernández entrando segundo. Esa fue una enseñanza de la escuela cubana de vallas.

La capacidad de imponerse por sobre todas las cosas, no dejarse presionar por los nervios y pensar siempre en la victoria fueron las herramientas de Anier García.

Cuando era atleta yo salía a comerme el mundo y no había quien me dijera que no iba a lograr algo. 

Sidney y la gran explosión

A los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 Anier García llegó a sacarse una espina que le dolía desde hacía casi un año, cuando en el Campeonato Mundial de Sevilla 1999, cayó derrotado, por tan solo tres segundos, por el británico Colin Jackson. Tal vez por esa razón, y por la consabida armada norteamericana, tampoco estaba vez estaba en los planes.

La plata en el campeonato mundial de Sevilla, en 1999, era una espina que me propuse sacar en los Juegos Olímpicos de Sídney. Desde aquella fecha entrené fuerte para coger el oro y no otra medalla. ¡No otra medalla! Sabía lo duro que sería la competencia, pero también conocía mis posibilidades. Fallar en la arrancada podía costarme el oro.

Cubadebate

En la prueba de vallas de Sidney no se habló casi de Anier García hasta que dominó la semifinal, entonces fue que entró en los planes de los demás, pues hasta entonces sólo él mismo y Santiago Antunez sabían lo que podía pasar. En la final le esperaban tres norteamericanos y Colin Jackson, Anier largaba por el carril tres, con todos a su alrededor. 

En la final hubo dos arrancadas en falso, la presión era enorme, pues nadie quería irse, Anier García por demás no era un buen arrancador, así que la tenía difícil. Mas de alguna manera ese día se “robó la salida”, logrado esto su impecable técnica de saltos hizo el resto.

Recuerdo la final como si fuera hoy. En el carril tres, a esa hora de la noche, de madrugada aquí en Cuba, yo miraba solamente la meta, ni siquiera las vallas que tenía delante. Como siempre acostumbré, hablé por teléfono poco antes con mi mamá, y con su bendición, salió el resultado (13.01 segundos, con lo cual destrozó su marca personal). Mi mamá no podía ver el televisor por los nervios y solamente la escuchó por radio. Luego sí ha visto el video, y como yo, a cada rato lo vuelve a ver, porque es como regresar en el tiempo al día más feliz de mi carrera deportiva.

Havana Times

Anier García

Yo también lo recuerdo como si fuera hoy, es una imagen que a cada rato veo en mi mente, Anier García entrando a la meta con un fuerte remate de cabeza y luego su explosión y alocada carrera por la pista, lanzando al público sus zapatillas. 

A partir de ahí las lesiones comenzaron a perseguirlo, no obstante obtuvo medallas de plata en varios eventos y en las olimpiadas de Atenas 2004, compitiendo lesionado logró un bronce que supo a gloria.

Se retiró oficialmente en 2008, poco antes de los juegos olímpicos, por decisión propia y respeto al público, pues las lesiones no le permitieron estar a la altura. Cedió su puesto de insignia a Dayron Robles y el resto es historia.