Casa de Carlos Manuel de la Cruz Ugarte. La bella residencia de la calle 23, No. 667 entre D y E, Vedado, construida a fines de la segunda década del XX, fue residencia familiar en los años 20 y hasta principios de los 30 del muy conocido (y luego bien acaudalado) abogado Carlos Manuel de la Cruz Ugarte, su esposa Elvira Obregón y sus hijos Manolo y Ofelia.

Tras el atentado que le costara la vida al presidente del senado Clemente Vázquez Bello al mediodía del 27 de septiembre de 1932, perpetrado por un comando del ABC y el DEU, Machado iba a cumplir su sanguinaria promesa de un tiempo antes; de que por cada partidario suyo caído, se iba a cobrar con cuatro de sus opositores. Y Clemente Vázquez Bello era para él, mucho más que un partidario, era como el hijo varón que nunca tuvo.

Carlos Manuel de la Cruz Ugarte

La edición vespertina de ese día del periódico “El Heraldo de Cuba”, vino a ser algo así, parafraseando a García Márquez, no de una, sino literalmente la crónica de varias muertes anunciadas.

El abogado y representante a la Cámara, Carlos Manuel de la Cruz, se venía lamentando de su mala racha por la grave crisis económica en el país y de la creciente represión del régimen: casi todos los casos que le tocaban eran defendiendo a opositores de la dictadura, entre ellos el caso del atentado frustrado de la “bomba sorbetera” en la 5ta Avenida por donde iba a pasar el auto de Machado, y llevaba en ese momento la defensa de uno de los implicados en el atentado al jefe del puesto militar de Artemisa.

Regresaba en la tarde del 27 desde esa ciudad habanera, cuando hizo una parada para comprar el periódico y tamaña sorpresa se llevó cuando al conocer sobre el atentado, lee una lista de personas muertas a tiros por manos desconocidas: ¡Su nombre aparecía entre los muertos!

Se dirige rápidamente Carlos Manuel de la Cruz Ugarte al bufete de la calle O’Reilly, No. 359, y allí mismo le telefonea desde esta residencia su esposa Elvira, quien asustada le cuenta que varios hombres con mala facha habían preguntado por él y estaban en un carro parqueado afuera de la residencia esperando su llegada.

Esta llamada le salvó la vida. Se dirige a la Manzana de Gómez y se asila en la Embajada de Uruguay que radicaba en aquella época en uno de sus departamentos.

Casi al mismo tiempo, y sin tener su misma suerte, los tres hermanos Freyre de Andrade y el abogado Miguel Ángel Aguiar, eran acribillados a balazos en sus propias residencias de B, No. 153 entre Línea y Calzada y en 19 esquina a 10, respectivamente.

Posteriormente y desde los años 40 hasta fines de los 50, radicó en este inmueble la Clínica Psicopedagógica Crespo dirigida por el Dr. Rafael Crespo Fernández.