El antiguo cine Universal se encontraba situado en la calle Monserrate 511 entre Sol y Muralla, Habana Vieja, casi en la intersección con Ejido y justo al lado del bellísimo Palacio de las Ursulinas.

Establecidas desde 1804 en la esquina de la calle Sol – cuando llegaron procedentes de la Luisiana – las monjas Ursulinas erigieron su palacio en 1913. El edificio fue construido por el ingeniero José Toraya, gran admirador del estilo mudéjar, quien plasmó en su fachada los detalles más representativos de la Gran Mezquita de Córdoba.

Las Ursulinas, que tenían un colegio en el que se impartían clases desde el kindergarten hasta la segunda enseñanza, ocuparon el inmueble hasta el año 1927 en que se mudaron a un nuevo convento en las Alturas de Miramar.

Fue entonces que el claustro y el Palacio de las Ursulinas se convirtieron en edificios de viviendas (función que mantienen hasta el día de hoy). Por su parte, la antigua iglesia, que se encontraba entre ambos fue demolida y sobre sus viejos muros se construyó el cine Universal.


Iglesia del Convento de las Ursulinas, donde luego se construyera el cine Universal

Postal en la que se aprecia la Plaza de las Ursulinas a inicios del siglo XX. Se puede observar el Palacio de las Ursulinas, seguido de la iglesia con su fachada neoclásicos en cuya parcela se erigiría posteriormente el cine Universal que se integraría arquitectónicamente a través de su frente neomudéjar con el Palacio.


Cine Universal, una sala oscura entre conventos

Así, ocuparía el cine Universal una gran parcela medianera que condicionaría por toda su existencia las condiciones de acceso, seguridad y ventilación.

Con un total de 1408 butacas distribuidas en dos niveles, el cine Universal era uno de los de mayor capacidad entre los existentes en la zona más antigua de la ciudad. Al igual que la gran mayoría de las salas de barrio el precio de la entrada era muy asequible y carecía de aire acondicionado; la ventilación adecuada se conseguía con grandes ventiladores en la sala y extractores de aire caliente en el techo [1].

Su fachada neomudéjar – una de las más hermosas de la ciudad a pesar de su deterioro y abandono – se integra a la perfección con el contiguo Palacio de las Ursulinas y con el edificio de la esquina de Sol, donde se encontraba el convento (en este se intentó, de igual forma, decorar su fachada con elementos moriscos, pero sin acercarse siquiera al nivel artístico conseguido en el cine Universal).

El final del cine Universal llegó de forma dramática a inicios de la década de 1990. Había cerrado «temporalmente», golpeado por el Período Especial, como unos cuantos de los cines de la capital cubana, cuando una noche, casi de la nada, una turba rompió su puerta de cristal e invadió la sala para cargar con todo lo que encontró a su paso: rollos de películas, proyectores y las filas de sus butacas de caoba, algunas de las cuales todavía se conservan en algunas casas del barrio.

Al igual que el Palacio de las Ursulinas, una intervención que le devuelva la magnificencia que durante la República ostentó.

Notas

[1] Algunos aseguran que sí contó con un excelente aire acondicionado, por lo menos en sus primeros años.