Teresita Fernández será considerada, quizás eternamente – si la eternidad tiene sentido un mínimo sentido de la justicia – como la más grande cultora de la canción infantil en Cuba.

La «Cantora Mayor» como se le conoció a Teresita Fernández, nació en la ciudad de Santa Clara, provincia de Las Villas el 20 de diciembre de 1930.

Comenzó a cantar a la tierna edad de cuatro años, a través de los micrófonos de la CMHI, estación de radio de su ciudad natal en el que su madre, Amparo García, tenía un programa llamado «La hora de Martha».

Como muchas «chicas de bien» de la época, Teresita Fernández se hizo maestra normalista en la Escuela Normal de Santa Clara y al poco tiempo se trasladó a vivir a La capital cubana.

Teresita Fernández, la Cantora Mayor

En La Habana, Teresita Fernández entró en contacto con la rica vida cultural de la gran ciudad, muy diferente al ambiente sosegado y provinciano de su natal Santa Clara. Todas las pasiones que desde niña sentía hacia el arte se huracanaron y la joven decidió dedicarse por completo a ellas. El magisterio, sin embargo, seguiría formando parte de su vida, pues ella misma gustaba autodefinirse, con la modestia propia de los más grandes, simplemente, como una «maestra que cantaba».

El Dúo de las Hermanas Martí, que ya había interpretado algunas de sus canciones en la década de 1950, facilitó el debut escénico de Teresita Fernández el 20 de julio de 1965, en un espectáculo al que asistieron Sindo Garay y Bola de Nieve.

Precisamente, con Bola comenzaría a presentarse en el restaurante Monsiegneur del Vedado y luego, en solitario, en el pequeño club Coctel en La Rampa.

La imagen de eterna de Teresita Fernández: sus grandes gafas y su guitarra
La imagen eterna de Teresita Fernández con sus grandes gafas y su guitarra

Allí tendió la mano y amadrinó a un adolescente entonces desconocido que armado de una guitarra y un manojo de canciones, deambulaba por La Habana a la búsqueda de un lugar donde tocar. Su nombre era Silvio Rodríguez, con el que le uniría una gran amistad por el resto de su vida, y con el que se cruzaría en el escenario en múltiples ocasiones.

Su relación con el público infantil – por la que es recordada por la inmensa mayoría del pueblo – comenzó desde el comienzo mismo de su carrera artística: en 1960 inauguró el programa televisivo «La casita de azúcar» y desde entonces no dejó de crecer hasta convertir a Teresita en una leyenda de la canción infantil en Cuba.

Poseedora de una sensibilidad musical poco común, Teresita Fernández musicalizó el poemario «Ismaelillo» de José Martí y las «Rondas» de Gabriela Mistral; en estas últimas, su música e interpretación alcanzan una maestría tal, que la inmensa mayoría cree que son canciones originales y no adaptaciones de un texto literario.

A lo largo de su exitosa carrera, Teresita Fernández compuso numerosas canciones infantiles que hoy constituyen clásicos del género como «Tin tin, la lluvia cayó», «Lo feo», «Amiguitos vamos todos a cantar» y por supuesto, la más famosa de todas: «Mi gatico Vinagrito»; canción por culpa de la cual una enorme cantidad de felinos en Cuba han sido bautizados con ese nombre desde que la cantautora la estrenara en los años 60.

Vinagrito, la historia detrás del gato

Curiosamente, Vinagrito no fue un gato random de ficción para la obtención de un resultado musical, sino un felino real de carne y hueso que la cantautora adoptó a finales de los años 50.

La historia que cuenta la canción también es real casi al 100 %, como reveló la propia Teresita Fernández en una entrevista. Según la compositora adoptó al minino por lástima, pues un profesor suyo de la Normal lo llevaba en un saco para botarlo.

Al llevarlo para la casa, su padre le dijo que era el gato más feo del mundo y que más que un gato parecía un «vinagre» y por eso, Teresita Fernández le llamó «Vinagrito».

También es cierto que de inmediato, en la misma escuela le consiguió el plato de leche a «Vinagrito» y que este en su afán de supervivencia se metió de cabeza en él.

Lo único que varió Teresita Fernández de la historia de Vinagrito, el gato más famoso de Cuba fue la incapacidad del felino de de subir al tejado. En la canción, la autora lo atribuye a la pereza del gato, pero la causa real obedece a una situación trágica: Vinagrito sufrió una fractura en la columna a consecuencia de la cual presentó problemas motores en sus patas traseras por el resto de su vida, lo que Teresita incluyó de forma sutil en la primera versión de la celebre canción y después modificó:

«Cuando yo hice la canción, el texto decía: no se va para el tejado porque no puede subir; y los niños me preguntaban que cómo un gato no podía subirse al tejado. Entonces cambié el verso por no sabe subir, por ser tan chiquito.»

«Mi gato Vinagrito» en la voz de Teresita Fernández

Teresita Fernández falleció en La Habana el 11 de noviembre de 2013. Con su sentida muerte perdía Cuba a la más grande entre las cultoras de la canción infantil y a un ser humano extraordinario, al que su amigo Silvio Rodríguez definiera como:

«Un ser alucinado que transmitía asombro y sabiduría»

Teresita Fernández canta «Lo Feo»