El sepulcro de Cristóbal Colón costó a las arcas de la Hacienda de Cuba cerca de 100 mil pesos, sin embargo, estuvo expuesto poco más de 100 días en la Catedral de La Habana, y para colmo de males, según apuntan la mayoría de las fuentes, no llegó a cumplir su cometido primigenio de albergar los restos del gran Almirante.

La historia del conjunto funerario se remonta a la Ley de Presupuesto de la Isla de Cuba -del 16 de junio de 1890- que fijaba el presupuesto total para realizar dos obras escultóricas en La Habana que conmemoraran el IV centenario del viaje de Cristóbal Colón y su tripulación, hacia tierras entonces desconocidas para los europeos.

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Proyecto del sepulcro de Cristóbal Colón, dibujo original de su autor fechado en 1891

Más allá de los juicios históricos modernos, ligados al suceso antiguamente conocido como «Descubrimiento del Nuevo Mundo«, es indudable que la proeza de atravesar el océano Atlántico es uno de los grandes logros del ser humano en su historia. En el caso español constituyó el impulso económico fundamental para su consolidación como «imperio allende los mares«.

Por tanto es lícito que la sociedad económicamente poderosa de aquella época quisiese donar fondos para una obra de este tipo. Fotos de La Habana no pretende enaltecer ni condenar este tipo de hechos, simplemente pone en conocimiento del lector los sucesos ocurridos, los juicios históricos se los dejamos a los entendidos.

Los restos de Cristóbal Colón

El Almirante Colón falleció en Valladolid en 1506 y sus restos fueron depositados en el Convento de San Francisco en la propia ciudad. De allí fueron trasladados a Sevilla (Monasterio de Santa María de las Cuevas) y desde allí enviados a Santo Domingo, donde fueron depositados en su Catedral.

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Los restos de Colón, en un dibujo de finales del siglo XIX

Debido a la cesión en 1795 de la Isla de La Española a Francia, los restos colombinos fueron embarcados hacia La Habana. Sobre los restos de Colón existen múltiples teorías que no abordaremos pues no son el objetivo de este artículo, sino el sepulcro que se licitó en 1891 en La Habana, pero la teoría de los restos del Almirante merecen un artículo propio.

Arturo Mélida y los homenajes a Colón

Mediante la Real Orden del 26 de febrero de 1891 se lanzaron varios concursos para celebrar las cuatro centurias del afortunado (para la monarquía española) año de 1492. En noviembre de ese año se le concedió el premio de 50 mil pesos a Arturo Mélida, destacadísimo arquitecto y escultor, considerado uno de las grandes mentes artísticas de este período en España.

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Monumento a Colón en la plaza del mismo nombre en el Paseo de la Castellana madrileño, obra de Arturo Mélida e inaugurado en 1892.

Mélida incursionó con gran acierto en diversos campos (diseño teatral, diseño de interiores, reparación de patrimonio, dibujo e ilustración, escultura…) y ganó varios concursos públicos de distinta índole. Verbigracia en aquel mismo año además del sepulcro de Cristóbal Colón, ganó el concurso del monumento erigido en Madrid, en la plaza de igual nombre, inaugurado el 12 de octubre de 1892 y que es un símbolo arquitectónico de la ciudad.

Volviendo sobre el concurso del sepulcro. El segundo puesto de aquella convocatoria resultó a manos de Antonio Alsina, que fue agraciado con el accésit de 600 pesos. Y el tercer contendiente (Francisco Font) quedó desestimado por la baja calidad de su ejecución.

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Sepulcro de Cristóbal Colón, segundo puesto del concurso

Al mismo tiempo que se concedía este premio para el sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de La Habana, se concedió a Antonio Susillo el premio para la construcción del monumento conmemorativo del viaje de Colón, -que no llegó a levantarse en el Parque Central de La Habana y que actualmente se encuentra en Valladolid, donde había fallecido el almirante-.

Detalles del sepulcro de Cristóbal Colón

Las figuras representadas en la obra muestran a los cuatro reinos históricos que formaron la base del actual Reino de España. Mélida quiso, no sin dificultades, encajar esta cuestión nacionalista en su obra con la forma de «cuatro reyes de armas cargando el féretro de Colón, vistiendo lobas luctuosas por el muerto con insignias de gala por la exaltación del glorioso Almirante».

Para ello ubicó delante, avanzando con decisión, a los dos reinos más vinculados con el viaje de Colón (Castilla y León), mientras que en el fondo, cargando en actitud pasiva, se observan los reinos de Navarra y Aragón (aunque en el caso de esta figura existen elementos netamente valencianos como el murciélago).

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A la izquierda el sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de La Habana. A la derecha la lápida de mármol que cubría el nicho del anterior sepulcro

La mayoría de estudiosos señalan que la inspiración de Mélida proviene del sepulcro de Philippe Pot (1483), y aunque queda visualmente hermanado con esta composición no deben olvidarse las aportaciones propias del autor que con la presencia de los heraldos (y el simbolismo cromático que encierra la composición) eleva a Colón, prácticamente, a la categoría de rey.

En la Catedral de La Habana

La mayor parte del monumento vino elaborado de la península, siendo solo el plinto (pedestal o basamento) la pieza realizada en Cuba, que estaba lista a la llegada del resto del sepulcro de Cristóbal Colón para ser montado a tiempo para la inauguración. Sin embargo los plazos conspiraron con la fecha original (octubre de 1892) por lo cual no pudo ser inaugurada a tiempo, y quedó, como otros homenajes al cuatricentenario, postergado hasta la inauguración oficial más de cinco años después.

Sería el 20 de marzo de 1898 cuando en una ligera ceremonia se daría por finalizado el montaje de la obra en la Catedral, pero temiendo quizás la compleja situación política que envolvía al país, los restos de Colón siguieron en el nicho ubicado en una de las paredes laterales de la catedral.

El sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla
El sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla, el basamento no es el original del emplazamiento habanero

Dentro del intenso movimiento de repatriación hacia la península de los bienes que la corona española consideró de mayor valor, antes del fin oficial de la dominación española en Cuba, el sepulcro de Cristóbal Colón fue embarcado junto con los restos colombinos en el vapor Conde de Venadito el 12 de diciembre de 1898.

Una vez en la península fueron emplazados en la catedral de Sevilla, esta vez sí, con los restos incorporados en el sepulcro de Cristóbal Colón como había sido planeado por el arquitecto Arturo Mélida. Desde la Academia de Artes y Letras de Cuba se realizaron algunas quejas, ninguna de ellas oficial, sobre la propiedad cubana del conjunto.

Sin embargo aquel tema se fue enfriando hasta dejar de ser de actualidad, y allí en el litoral del Guadalquivir residen, supuestamente, los restos de Colón y el sepulcro pagado por la Hacienda de la Isla de Cuba.