En este edificio de la calle San Miguel No. 313 (antiguo No. 63), entre Rayo y San Nicolás, Centro Habana, radicaba la «Funeraria Fernández» desde mediados de los años 20.

La Funeraria Fernández era propiedad del empresario Alfredo Fernández Pijuán quien, junto a su padre había sido uno de los pioneros de este negocio en La Habana (en la época, estos negocios, muy prósperos, se describían como «Tren Funerario» por abarcar todo el servicio necrológico: sarcófagos, flores, casa mortuoria, panteones, transporte).

Calle San Miguel 313, antigua Funeraria Fernández
Aspecto actual del edificio de la calle San Miguel 313 en el que radicó hasta la década de 1940 la Funeraria Fernández

Por sus anuncios, la Funeraria Fernández referían su fundación ya para 1870 y era bastante preferida por los dolientes y muy conocida en la época.

Duelo a balazos en la Funeraria Fernández

Se hizo particularmente célebre la Funeraria Fernández a partir del año 1933, justamente, cuando el 12 de agosto caía el gobierno de Gerardo Machado, huía y se refugiaba en el edificio José Magriñat, cuñado de Alfredo Fernández (y sin culpa por tal hecho).


Publicidad de la Funeraria Fernández en la calle San Miguel de La Habana (década de 1930)
Funeraria Fernández (publicidad de la década 1930)

Pepe Magriñat había sido uno de los sicarios personales del presidente Machado, y señalado como autor de numerosos asesinatos de opositores al Gobierno. Entre muchos otros, fue inculpado por haber sido el autor intelectual del organizado en México contra Julio Antonio Mella en enero de 1929.

Esa noche, al refugiarse en el edificio, fue detectado desde la azotea del frente por varios miembros de Pro Ley y Justicia, una de las numerosas organizaciones antimachadistas existentes, y de inmediato se entabló una encarnizada y prolongada balacera, pues Magriñat también era un experto tirador.

Sin embargo, cometió el error de encender una luz para recargar municiones y fue herido de gravedad. Algunas versiones aseguran que, al verse herido y acorralado, acabó con su vida suicidándose con una navaja.

Al personarse la ya escualida autoridad para retirar su cuerpo y poner orden, le fue bastante complicado apartar a la enorme aglomeración de vecinos que habían presenciado los sucesos desde los primeros momentos.

La Funeraria Fernández se mantuvo en el No. 313 de la calle San Miguel hasta casi mediados de la década de 1940 (aunque el inmueble continuó siendo propiedad de Alfredo Fernández) en que se trasladó para el palacete de H y 17, en el Vedado que había sido propiedad de la familia Chibás.