En una publicación anterior les prometía esta triste historia relacionada con el Dr. Rafael Martínez Ortiz.

Nacido en Santa Clara el 20 de diciembre de 1857, Rafael Martínez Ortiz llegó en 1874 a Barcelona, España para estudiar la carrera de Medicina, y en la villa marinera de Arenys de Mar, en la comarca de Maresme, donde residía su tío materno a quien visitaba con frecuencia, conoció a la bella joven de 15 años Emilia de Rovira y Presas.

El Dr. Rafael Martínez Ortiz en su madurez
El Dr. Rafael Martínez Ortiz en su madurez

Rafael Martínez Ortiz y la tumba vacía

Ambos iniciaron un romance, que no fue bien visto ni aceptado por los familiares de la joven, a quienes no le encajaba el cubano en sus criterios sociales para el matrimonio.

Pasaron los años y la bonita historia de amor no encuentró cauce, por lo que el joven Rafael Martínez Ortiz partió hacia Cuba en septiembre de 1881 ya graduado de doctor.

Bien fuera porque las numerosas cartas posteriores de Rafael Martínez Ortiz fueron interceptadas por la familia, o las nuevas responsabilidades del joven le ocuparán su tiempo, la relación acabó por malograrse.

Emilia, quien nunca se casó, falleció en Arenys de Mar en 1892 a sus 33 años. Unos dijeron que la pena y la tristeza la consumieron en espera de su amado que nunca regresó, y otros que fue por la tisis.

En 1926, con una carrera política y diplomática consolidada, una familia ya constituida y una respetable fortuna, el Dr. Rafael Martinez Ortiz visitó la villa de Arenys de Mar y conoció los detalles del triste desenlace de Emilia y su humilde tumba en el cementerio de Sinera.

Encargó entonces la construcción de un espléndido panteón de mármol para trasladar allí los restos de su malogrado amor, tal vez arrepentido por no haber luchado más por aquella joven. Bajo su busto mandaría a grabar estas palabras:

A su memoria dedica este recuerdos amigo de la infancia

Dr. Rafael Martínez Ortiz

La familia de entonces, y las siguientes generaciones, se opusieron a ello, y este permaneció vacío hasta el 23 de abril del 2000 en que finalmente se trasladaron hacia allí los restos de Emilia de Rovira, cumpliéndose el deseo de Rafael Martínez Ortiz luego de 74 años.