Rafael de Cárdenas Culmell o Rafael de Cárdenas Cumill, como aparece también en varias fuentes, fue un arquitecto cubano que desarrolló su carrera profesional entre las décadas de 1920 y 1950 durante la República. Fuertemente influenciado por los cánones de la arquitectura norteamericana fue un fiel exponente del Art Déco, aunque en los últimos años transitó hacia un racionalismo, que terminó por imponerse como tendencia dominante en la arquitectura cubana.

Nació en la capital cubana en el año 1902. Su padre, que como él se llamaba Rafael, alcanzó el grado de General de Brigada del Ejército Libertador, fue secretario de Máximo Gómez, jefe de la Brigada Norte de La Habana y, ya durante la República, jefe de la policía del municipio de La Habana; por otra parte, su hermano, Carlos de Cárdenas, fue un destacadísimo sport man, que ganó una medalla de plata en yatismo durante la Olimpiada de Londres en 1948.

Realizó Rafael de Cárdenas Culmell estudios en Estados Unidos y luego se graduó como arquitecto en la Universidad de La Habana en el año 1923. Al año siguiente regresó al país norteño para perfeccionar sus conocimientos en la Universidad de Columbia.

En Estados Unidos trabajaría junto al decorador Paul Frank en la ciudad de Los Ángeles; con la prestigiosa firma de Frederick Snare (que construyera en Cuba el Gran Stadium del Cerro y el Habana Hilton) y con el arquitecto cubano Eugenio Batista.

Rafael de Cárdenas Culmell y la magia del Art Déco

De regreso en La Habana, proyectó en 1930 la sede del Ministerio del Trabajo en La Rampa del Vedado; un inmueble de oficinas que concibió según todos los cánones de la arquitectura norteamericana y que, hasta el día de hoy, es considerado como uno de los máximos exponentes del Art Déco en el país.

Hasta ese momento en el edificio había funcionado la agencia de Ford en Cuba, por lo que Rafael de Cárdenas, básicamente, se planteó la reorganización y adaptación de los espacios y una nueva decoración de las fachadas que, al final, representaran una modernización total. Para ello lo recubrió de franjas verticales, con tal habilidad, que visualmente el hoy Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, semeja un pequeño rascacielos (como los de las ciudades del norte de Estados Unidos en los 30′), cuando no tiene, sorprendentemente, más de cuatro plantas.

A partir de 1935, y hasta 1937, Rafael de Cárdenas Culmell trabajaría como Jefe del Departamento de Arquitectura con la Purdy and Henderson; otra de las compañías estadounidenses con un pasado dorado en La Habana: habían construido el Capitolio Nacional, el Centro Gallego, el Centro Asturiano y el Hotel Nacional, por sólo mencionar unos pocos de los colosales proyectos que realizó en la capital cubana.

Convertido ya en uno de los arquitectos más prestigiosos del país, Rafael de Cárdenas Culmell crea su propio estudio de arquitectura en 1944, con el cual, siempre fiel a un Art Déco que ya parecía comenzar a superarse en la Isla, proyecto el bello edificio del periódico El País en Reina No. 158, casi esquina a Rayo.

En él, tras definir un amplio zaguán de acceso que permitía el acceso de camiones desde la misma calle Reina – puede parecer extraño, pero era práctica entonces, así como serviciar automóviles en plena calle, pues las típicas gasolineras que hoy conocemos no se extenderían por la ciudad hasta la década siguiente – se encontraban las oficinas y sobre ellas los tres pisos de los talleres.

Asociado con el también arquitecto Cristóbal Díaz proyectó también el bello Edificio Dulce María en Línea No. 3010, donde aplicó todo su genio para resolver el reto que representaba ajustarse a una parcela tremendamente enrevesada. Ya en ese entonces, comenzaba a alternar su Art Déco con el racionalismo, como se puede apreciar en otro de sus más notables proyectos la casa de vivienda de calle 6, No. 1111 entre 14 y 11, que diseñara en 1946.

El mayor aporte de Rafael de Cárdenas Culmell a la nueva ola de modernidad que terminó por imponerse sobre la ecléctica Habana resulta, sin dudas, la Clínica Miramar (que proyectara en 1947) y se construyera en 18 A, No. 4101 entre 4 1 y 20), actual Clínica Cira García y que en el momento de su inauguración el 9 de abril de 1948 se anunciara en la prensa como:

«Una institución al servicio de la clase media para la atención de los pacientes privados, de cualquier situación económica»

En la Clínica Miramar, Rafael de Cárdenas Culmell optó por una composición en la que curvó voluntariamente un edificio, que fuera de esa pequeña «transgresión», puede ser considerado como uno de los íconos del racionalismo (dentro de los inmuebles puramente utilitarios).

A diferencia de otros notables colegas suyos de la República, que, a la par de su carrera profesional, destacaron también por la pluma, Cárdenas Culmell escribió relativamente poco, aunque de forma esporádica colaboró con la Revista Arquitectura; publicación que le dedicara una sentida nota necrológica, al fallecer el notable arquitecto en febrero de 1957.