Rafael Alcides (Barrancas 1933 – La Habana 2018) fue un poeta, y con esa inocente sentencia quedan dichas todas las palabras necesarias, definitivas, que pueden ayudar a inmortalizar a un hombre, a darle cobertura y combustible para resistir los virajes que en su andar constante da la historia, que no es otra cosa que la vida presente antes de ser porvenir.

Alcides está allí en ese futuro indefinible, con el gesto adusto bajo la barba casi blanca, porque Rafael Alcides era un hombre que vivía en el porvenir, aunque alguna vez sentenciara «el porvenir de Cuba está en su pasado». Si el porvenir de este archipiélago está en lo ya vivido, entonces hay que recordar a Rafael Alcides como un poeta de verso presente, sus versos, escritos para el futuro, esperan en la esquina luminosa donde el arte debe retornar a sus orígenes para encontrase a sí mismo.

Epigramas

1
Los pactos entre bandidos y caballeros no funcionan
y llevan a la cárcel al caballero.
El bandido nunca se hará caballero
pero el caballero termina convirtiéndose en bandido
.

2

Polemizar con Calvino
costó a Servet la vida.
Los dos eran protestantes,
pero Calvino era el jefe.

3

Olvidar es grato
pero peligroso:
la cárcel y la muerte
están llenas de seres olvidados.

4

Un poema puede ser
una máquina de la emoción
o una máquina de la inteligencia.
(La emoción pasa).

Lo dijo Virgilio Piñera hablando de su poesía «Rafael Alcides con sus fuerzas poéticas (sean estas las que fueren) es un hombre del siglo XX (de sus finales) y como tal se manifiesta. Escribe con las palabras de su siglo y con sus intenciones

conversaciones con dios 1

Otro Virgilio, López Lemus este, fue más allá para referirse a su poema El agradecido (quizás el más declamado de toda su poesía) “resulta una obra de arte de la palabra conversacional, propio de la línea emotivo-especulativa o emocional y meditativa que él arrojó dentro de la corriente poética comandada por su generación: el coloquialismo”.

El agradecido

A Nati Revuelta

Toda mi vida ha sido un desastre
del que no me arrepiento.
La falta de niñez me hizo hombre
y el amor me sostiene.

La cárcel, el hambre, todo;
todo eso me ha estado muy bien:
las puñaladas en la noche,
y el padre desconocido.

Y así de lo que no tuve
nace esto que soy:
bien poca cosa, es verdad,
pero enorme, agradecido como un perro.

Rafael Alcides, el errante, el repartido

La primera letra de este poeta se escribió un 9 de junio de 1933, el pueblo oriental de Barrancas (antigua provincia de Oriente) recibió a este niño-futuro y le dio el tenso rigor de la palabra hecha para ser sentida, hiriente, palpable y honesta -como se refleja en el documental NADIE de Miguel Coyula-.

Rafael Alcides
Agradecido como un perro (1983) considerado el poemario más importante de Rafael Alcides

Antes de poder publicar hizo múltiples trabajos en Cayamas, en Bayamo o en Holguín, ciudades donde ejerció de panadero, de recogedor de huesos y chatarra, de peón agrícola y cocinero de excepción, dependiente y encargado de una tienda de colonias, sus manos conocieron el trabajo duro antes de empezar a crear poesía.

Fue miembro fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), director y guionista del programa radial En su lugar, la poesía y formó parte del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) por más de 30 años.

Hasta que sintió que ese no era ya su sitio, y en 1993 renunció a toda actividad oficial, así que pese a sus múltiples méritos, Rafael Alcides murió siendo, simplemente, Rafael Alcides, el poeta.

Los ministros

Cada vez que oigo hablar de un amigo
al que van a hacer ministro,
alguien borra una parte de mi vida.
Me quedo solo en el parque Aguirre
con aquella camisa Mc Gregor que jamás llegué a tener,
conversando en la noche con nadie.

El poder no siempre corrompe a los hombres,
pero los separa.
Entre un ministro y yo hay algo más que un escritorio
de por medio:
Los ministros sueñan.
Avanzan en su máquina cargados de sueños,
con sueño. Sin tiempo siquiera
para poseer a su mujer, acariciar a sus hijos.
Un ministro no es un tipo cualquiera del pasado,
es alguien que ya está en la Historia.

De él depende todo el día de mañana.
Y sueña.
Firma documentos.
Discute. Toma su corazón y lo pone de maquinaria
donde hacían falta piezas de repuesto.
no sale al teléfono.

No tienen derecho a estar tristes los ministros.
No beben cerveza
en público. No van al cine.
Jamás los encontramos en un ómnibus.
Un ministro es tal vez el ser más infeliz del mundo.
El más solo.
Sus amigos de antes, los más desgraciados.

La memoria no debiera alimentarse del recuerdo.

Los ministros debieran nacer ministros,
es mi última palabra. Entre las lágrimas.

Ese pasado de obstinación y esfuerzo creó una personalidad impermeable, que al sentirse fuera del juego revolucionario (como su amigo Heberto Padilla) quiso recluirse sin estridencias en su pequeña morada del Vedado donde su vida se apagó un 19 de junio del 2018, víctima de un cáncer, sin hacer concesiones a la política ni a la poesía. Aquel encierro suyo, parecido al de Dulce María Loynaz, en vez de hacerle desaparecer permitió que su poesía mantuviese la viveza incorruptible, y autobiográfica, para llegar y calar en los lectores que se reflejan en sus versos.

Fue también en junio, él recuerda que fue el 22 del año 1952, cuando llegó a La Habana, «planeta hoy el más lejano de la Tierra/. Donde maté y me mataron/ (o me maté yo mismo al matar),/ territorio del recuerdo/ donde pelo a pelo fui pagando/ el alquiler de cada día,/ hasta sentirme definitivamente/extranjero en mi propia casa, y aun desconocido/ de mí mismo, asustado y enigmático/ como un hombre de cristal frente a un espejo«.

Su voz profunda era una antesala de la paz que fluía en sus versos. Su poesía no buscaba el golpe litúrgico rimbombante, de carácter directo, provista con la sabiduría de un guajiro deslumbrado por las luces de la ciudad, pretendía contar realidades, aparentemente, simples y cotidianas.

No pretendió más de lo que tuvo, acaso como aquellos Adán y Eva que inmortalizó, estará esperando en la eternidad, incluso, cuando no llegue NADIE.

Adán y Eva

El pasado y el porvenir pasaron ya.
Todo lo que tuvimos lo perdimos,
y era más de lo que se podía tener.
Nos queda este rumor. Este
montón de tristezas que el viento propaga,
inmemoriales, sin tiempo.
Este rumor
de lo que fue
la vida antes de que llegara el porvenir.