La Pizzería Vitanuova o Vitanova (que de ambas formas lo he vistos escrito por ahí, aunque me parece que lo segundo es más una «cubanizacion» del nombre original) se encuentra ubicada en la céntrica esquina de L y 21 en el Vedado.

Siempre he pensado que el hecho de que la Pizzería Vitanuova sea uno de los restaurantes italianos más famosos de La Habana – ojo, que más conocido no quiere decir, necesariamente, mejor – se debe, más que a la calidad de sus platos (que han tenido tiempos gloriosos y penosos) a su colindancia con la Heladería Coppelia.

Al igual que sucedió con el restaurante La Carreta, que tampoco era una maravilla y fue muy popular, la Pizzería Vitanuova de 21 y L se benefició de la existencia de Coppelia, pues formaba párte de la salida más completa y económica que, sin renunciar a cierto caché, se podía aspirar en La Habana antes de la debacle de los 90.

Cine Yara – Vitanuova – Coppelia o Vitanuova – Coppelia – Cine Yara era el mejor trío que cualquier joven ochentero podía montarse con poco dinero: las pizzas eran muy baratas, al igual que el helado y el cine, aún siendo de estreno, también costaba una miseria.

Cafetería Las Delicias de Medina y Hospital Reina Mercedes en el Vedado
En el extremo derecho la cafetería Las Delicias de Medina, en la esquina de L y 21 a comienzos de los años 50 (mismo inmueble donde luego abriría en el decenio siguiente la Pizzería Vitanuova)

Pizzería Vitanuova de L y 21

En el inmueble que luego ocupara la Vitanuova existió originalmente una cafetería llamada «Las Delicias de Medina» que desapareció pocos años después del triunfo de la Revolución de 1959.

Como unas cuantas de sus vecinas: Cinecitta, Milán, Bouna Sera, y otras tantas en todo el país, la Pizzería Vitanuova abrió sus puertas a mediados de la década del 60 en un contexto en el que se mezclaban crisis y oportunidad…. bueno, en realidad más de lo primero.

Sucedía entonces que el país estaba sufriendo una crisis de abastecimiento con los alimentos que formaban parte de su dieta tradicional y, por otro lado, recibía de sus aliados del Este un barco de trigo detrás del otro.

Con tanto trigo en almacenes y puertos el gobierno cubano buscó una alternativa y decidió llenar el país de restaurantes de comida italiana con pizzas, espaguetis, lazaña y canelones.

Sería esta una jugada bastante arriesgada, pues se trataba de cambiar los hábitos alimenticios tradicionales, pero salió bien. Los cubanos se volvieron «enfermos» a las pizzas y los espaguetis y hasta el día de hoy estos continúan siendo una de las opciones gastronómicas preferidas por los nacidos en la Isla.

A diferencia de la mayoría de la mayoría de los restaurantes italianos del país en los que poco a poco fueron desapareciéndose de la carta delicateses como las lazañas o los canelones, en la Pizzería Vitanuova (que tenía una mayor categoría) estos se mantuvieron dentro de la oferta, aunque con intermitencias.

Durante la década de los 90, la Pizzería Vitanuova, como todos los establecimientos gastronómicos estatales que se mantuvieron prestando servicios en pesos cubanos, sufrió un fortísimo impacto por la falta de inversión, mantenimiento, materias primas e insumos.

En la misma medida en que mejoró la situación económica del país, la Pizzería Vitanuova que se había mantenido bajo gestión estatal se fue recuperando también y se llevaron a cabo varios procesos inversionistas con el objetivo de modernizar el restaurante.

Viviría entonces la Vitanuova un segundo renacer, favorecida por el no otorgamiento de licencias para abrir restaurantes privados; pero se fueron entronizando en ellas las lacras inherentes a la gestión estatal de los servicios gastronómicos y poco a poco fueron descendiendo la calidad de la oferta y del servicio.

Llegarían entonces las reformas económicas de 2007 que favorecieron la expansión del sector privado, y los alrededores de la Pizzería Vitanuova comenzaron a llenarse de otros restaurantes más caros, pero con mejor calidad y oferta.

A consecuencia de esto la Vitanuova sufriría un lento pero sostenido proceso de descomercialización, que no han pudieron revertir otros procesos inversionistas a los que fue sido sometida, ni los variados modelos de gestión dentro de la misma empresa estatal.

Por esa razón la Pizzería Vitanuova pasó de manos a estatales a privadas y, una vez más fue sometida a transformaciones que modificaron su apariencia, la más llamativa e importante fue la que dotó al restaurante de una terraza corrida por la calle 21.

Bajo la nueva gestión el restaurante giró hacia la comida cubana e internacional, aunque en su Instagram se sigue promocionando como:

«Un restaurante que ofrece la auténtica experiencia gastronómica italiana»

También incluyó música en vivo de pequeño formato, se activó en redes sociales, estableció servicio de mensajería y mejoró la calidad (y con ello la opinión de los clientes), aunque, como es lógico, todo lo anterior se reflejó en los costos y los precios se elevaron considerablemente, alejando a la Pizzería Vitanouva de la condición de establecimiento «popular» del que había disfrutado siempre.