Nuestra Señora de Kazán, la única iglesia ortodoxa rusa que existe en La Habana y en Cuba se encuentra ubicada en la Avenida del Puerto entre las calles Sol y Santa Clara.
El templo se construyó a instancias del gobierno cubano, el cual se lo propuso en 2004 al Patriarca de Todas las Rusia, Kirill, durante la visita que este realizará a la Isla.
La Iglesia Ortodoxa Rusa de La Habana es la más grande entre las de su tipo en América Latina. Se inauguró en el año 2008 y se construyó en apenas 32 meses.
Nuestra Señora de Kazán en La Habana
Nuestra Señora de Kazán ha estado desde su construcción pintada de negro y blanco, lo que hace resaltar aún más su cúpula laminada en oro y, en breve tiempo la han convertido en uno de los edificios más fotografiados por los turistas cuando visitan el Centro Histórico de La Habana.
Cuenta la leyenda que, en 1579, la ciudad de Kazán fue destruida en un incendio. Tras la tragedia, una niña soñó que la Virgen María le pedía recuperar un ícono sagrado que había quedado oculto entre las cenizas de su hogar. El santo objeto se encontraba en el lugar desde las persecuciones que, en el siglo XVIII habían sufrido los cristianos a manos de los tártaros. Desde entonces, Nuestra Señora de Kazán es una de las más veneradas en los hogares rusos
En la construcción de la «Iglesia del Oro», como la han venido a llamar popularmente los habaneros, se emplearon materiales tradicionales como el hormigón y el ladrillo. Los arquitectos tuvieron mucho cuidado en diseñar su muros anchos (entre 0.45 y 0.80) para que pudieran soportar los arcos.
Las cúpulas en forma de cebolla y las cruces se trajeron en piezas desde Rusia y los técnicos de ese país las ensamblaron en uno de los espigones cercanos a la Alameda de Paula, ante las miradas curiosas de los habaneros. En ese lugar las forraron con cobre y las laminar on con oro. Para colocarlas luego en el templo, sólo precisaron un par de días.
En total la Iglesia Ortodoxa Rusa Nuestra Señora de Kazán de La Habana, ocupa un área de 1 200 metros cuadrados – que a ojos del transeúnte parecen pocos para acoger la iglesia, la diócesis y el campanario (amén de los locales técnicos y de servicios) – y hacen lucir al templo compacto y abigarrado, como si las torres y cúpulas se apretaran las unas sobre las otras.
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