Maximino Borges del Junco (aparece también como Máximo Borges o Maximiliano Borges) y conocido como Max Borges del Junco fue un ingeniero, arquitecto y empresario cubano, pionero y abanderado de la construcción seriada en la Isla. Fue padre del también arquitecto Max Borges Recio y Ministro de Obras Públicas durante la presidencia de Federico Laredo Bru.

Nació el 29 de mayo de 1890 en el poblado de Jaruco en las afueras de La Habana y fue bautizado como Maximino de la Luz Borges del Junco y se graduó como ingeniero en 1916 y arquitecto en 1917.

Fundó la empresa «Construcciones Max Borges» que luego se llamaría «Max Borges e Hijos», tras asociarse a la misma sus descendientes y también arquitectos Enrique y Max Borges Recio, fruto de su matrimonio con Enriqueta Recio y Heyman.

Con Enriqueta tendría, además, otro hijo, el médico cirujano Alberto Borges Recio; y tras casarse en segundas nupcias con Josefina Seiglie, le nacerían dos niñas, Ana María y Josefina Borges Seiglie.

Max Borges del Junco y La Habana de madera

Como arquitecto Max Borges del Junco se preocupó por encontrar una solución racional y económica para las viviendas de la clase media.

De ahí que el arquitecto se convirtiera desde «Construcciones Max Borges» en el pionero de la producción seriada de casas de madera, mucho más económicas entonces que las tradicionales. La mayoría de estas se construyeron en el municipio de Marianao y en los pueblos de los alrededores de La Habana, pues las construcciones de madera confrontaban serias prohibiciones en la capital por el peligro de incendios.

Para el sostenimiento del proyecto de viviendas económicas, Max Borges del Junco, estableció en 1919 una fábrica de casas seriadas de madera en el barrio de Naranjito en las afueras de La Habana, que entonces era una zona semirrural a la que se podía llevar fácilmente la materia prima por carretera y por ferrocarril.

Anuncio publicitario de las casas de madera que entre 1919 y 1925 fabricó en serie el ingeniero Max Borges del Junco en su fábrica de Naranjito
Anuncio publicitario de las casas de madera que entre 1919 y 1925 fabricó en serie el ingeniero Max Borges del Junco en su fábrica de Naranjito

Sus casas seriadas de madera (chalets, bungalows, y pequeñas viviendas familiares), de las que construyó unas 2 000 en esas instalaciones entre 1919 y 1925 (a un ritmo brutal de 200 mensuales ó 7 diarias), se hicieron populares rápidamente por su calidad y precio:

«Sus construcciones standard, en madera, sus bungalows, han resuelto en muchos casos el problema de la vivienda obrera y campesina, y sus pequeñas casas en los repartos los de los modestos empleados, comerciantes, profesionales y rentistas».

Tella, Eduardo. Homenaje de la Sociedad al Ing. Max Borges, actual secretario de Obras Públicas. Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros. 1937

Es importante señalar que, aunque las casas del Max Borges padre se producían en serie y se vendían por catálogo, los clientes finales tenían la posibilidad de modificar la planta de sus viviendas y realizar modificaciones estructurales como quitar y añadir habitaciones; amén de tener control casi total sobre el uso de los elementos ornamentales, las puertas, ventanas y herrajes.

El costo de las casas de madera que de «Construcciones Max Borges» oscilaba desde los 1 250.00 pesos las casas más económicas (portal, sala, comedor, cocina, un cuarto y baño) hasta 2 000.00 ó 2 525.00 pesos, si aumentaba el número de habitaciones. En el precio también influían otros aspectos como la profusión de ornamentos o el caché del reparto en el que se construía la vivienda.

A pesar sortear la crisis de la primera postguerra, a partir de la década de 1920 el negocio de la construcción de casas de madera en La Habana comenzó a enfrentar problemas burocráticos: se exigió el traslado de los almacenes de madera y las carpinterías fuera de la ciudad, se reguló la tala y se impuso la venta a plazos, lo que trajo consigo los impagos. Al final el arquitecto Max Borges del Junco se vio obligado a cerrar su negocio de casas de madera seriadas entre 1925 y 1926.

«Deseoso el Sr. Borges de que toda la familia humilde pudiese obtener su casa sin grandes sacrificios, durante varios años construyó infinidad de bungalows para vender a plazos, sacrificando en ello tiempo y dinero del que no puede resarcirse por distintas causas, pero que indudablemente le hicieron desistir de su noble empresa. Max Borges no especulaba con esas construcciones a plazos, tenía el propósito, el gusto, de contribuir sin perjuicio de sus intereses, a que cada cual tuviese su hogar»

Emilio Roig de Leuchsenring

La estocada final al sueño de una «Habana de madera» llegaría en 1931 cuando los Ayuntamientos de La Habana y Marianao firmaron un acuerdo que prohibía las construcciones de ese material en el sus territorios, lo que obligó al cierre de los talleres que aún subsistían y habían tomado el relevo de la fábrica de Naranjito.

La profesión al servicio del pueblo

Con el objetivo de abaratar costos el arquitecto Max Borges del Junco innovó constantemente y experimento con nuevas técnicas y materiales. Así, diseñó numerosos elementos prefabricados de cemento para sus casas de albañilería (dinteles, arcos, marcos de puertas y ventanas, y elementos estructurales) lo que le permitía, además, disminuir los tiempos de ejecución.

Maximino Borges del Junco Ministro de Obras Públicas
El Ministro de Obras Públicas, arquitecto Max Borges del Junco durante el homenaje que en 1937 le tributara la Sociedad Cubana de Ingenieros

A menos de una década de graduado, en 1925, Max Borges padre era ya un arquitecto de consolidado prestigio, que había construido más de 400 casas y edificios en La Habana, además de importantes obras públicas y civiles como la gran estructura metálica del estadio de la Universidad de La Habana y los acueductos de Güines y Melena del Sur.

Gracias, en gran medida al arquitecto Max Borges del Junco, La Habana de los años 20 pudo vanagloriarse de poseer en espléndida madera cubana hórreos cantábricos, palacetes victorianos y espectaculares villas árabes.

Entre sus obras más notables se encuentran la casa multifamiliar que diseñó en 1937 en la calle 31, No. 3403 entre 34 y 36; así como otra muy similar en 1938 en la calle 34, No. 3104 entre 31 y 33 (ambas en el actual municipio Playa en La Habana).

Estas casas de Max Borges del Junco se acercan al racionalismo, que se impondría como como corriente arquitectónica en Cuba durante las dos décadas siguientes; como también se acerca la que diseñó en la calle 70, No. 4014 en Playa, o la ubicada en la calle O’Farrill No. 518, esquina Juan Delgado.

Casi se podría afirmar que Max Borges del Junco trabajó «en serie» como arquitecto, sino fuera por la casa que diseñó en 1939 dentro del más puro estilo Art Déco en la calle 22, No. 1262 entre 14 y 16, Playa, en la que destaca su frente lineal con la ventana de medio punto con parteluz y bajorrelieves Déco.

Entre 1936 y 1940, Max Borges del Junco se desempeñó como Secretario de Obras Públicas del presidente Federico Laredo Bru. Desde ese puesto defendió la vivienda obrera y consiguió que el decreto de 1931 que prohibía la construcción de casas de madera en La Habana y Marianao fuera parcialmente derogado (se permitieron entonces las casas de madera en Marianao, Arroyo Apolo, Arroyo Naranjo, El Calvario y la zona sur del municipio de La Habana).

Ya en la década de 1950, en plena madurez, Max Borges del Junco sería el responsable de la ampliación del bloque de apartamentos de 25, No. 359 entre L y K, el que constituye el último de sus trabajos notables.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana abandonó el país y se estableció en los Estados Unidos, donde murió el 9 de junio de 1963 en Arlington, Virginia. Allí se encuentra sepultado en el Columbia Garden Cementery, junto a su hijo mayor Alberto.

Bibliografía consultada

Álvarez Gómez, Ángel Manuel. Max Borges del Junco: pionero en Cuba de la producción seriada de casas de madera. Arquitectura y Urbanismo.  Vol. XLII, núm. 3, pp. 7-20, 2021 [1].