Manuel Mendive es considerado el mayor exponente vivo de la pintura afrocubana, artista de reputado reconocimiento internacional que ha dedicado su vida al arte, camino que emprendió desde muy niño.

Nació en La Habana, casi a las doce de la noche, en una casa de madera en la calle Arango número 60, entre Fomento y Ensenada, Luyano, en una familia de creyentes y practicantes de la religión Yoruba. El barrio, la familia, y la religión marcarían su obra futura, la cual seguiría los caminos simbólicos del realismo mágico, expresados a través de una fuerte simbología yoruba.

El único antecedente artístico en la familia lo recibe, subjetivamente pues no lo conoció, de su abuelo, quien realizaba tallas en madera, tocaba la guitarra y cantaba. De él parece haber heredado, misterios espirituales o genéticos que nos acompañan, la tendencia a la monumentalidad estructural, pues el abuelo, maestro de obras, laboró en varias obras de ese tipo en La Habana, siendo las más conocidas el montaje de la estatua de Antonio Maceo en el parque del mismo nombre y la fachada del convento de las Ursulinas.

La primera relación conocida de Manuel Mendive con la pintura data de 1955, pues según consigna el sitio web del Museo de Bellas Artes en esa fecha:

(…) recibe premio en el Concurso Internacional de Pintura auspiciado por la Sociedad Japonesa Morigana y la UNESCO.

Museo de Bellas Artes

Tenía en ese momento once años de edad, cuando participa en este Concurso Internacional de Pintura Infantil organizado por la Unesco y la Sociedad Morinaga, de Exaltación a la Madre, en Tokio, Japón. El propio Manuel Mendive ha dicho al respecto:

La obra se llamaba Mamá. Pinté mi casa, yo en primer plano y mi madre cocinando en un segundo plano, la cocina detrás. Cuando supe la noticia sentí una gran alegría, porque con tan poca edad recibir un premio fuera de Cuba fue algo muy hermoso y estimulante. Y después, toda la repercusión que le dieron. Recuerdo que hicieron una actividad muy linda en el Museo Nacional de Bellas Artes, que fue la institución que me lo entregó, y participó el entonces embajador de Japón en La Habana.

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A partir de entonces solo pensó en la pintura, especialidad -junto a la de escultura- que finalmente estudió en la Academia San Alejandro, de la cual se graduó en 1963.

En 1961, gana premio en la Exposición Libre de Estudiantes de Bellas Artes, con una escultura llamada María Merced, de la cual lo más notable es que la modelo que empleó fue la misma que usó Carlos Enríquez para El rapto de las mulatas, y que Mendive emplearía luego reiteradas veces a lo largo de su carrera.

En algún momento aun sin precisar por este articulista Manuel Mendive se va a estudiar la transculturación al Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba, su inquietud artística y formación religiosa le marcaba la necesidad de apropiarse del entramado teórico necesario para traducir, eficazmente, la compleja simbología afrocubana.

Manuel Mendive
Oyá 1967 Manuel Mendive

En 1967 participa en el Salón Nacional de Dibujo de La Habana donde obtuvo un reconocimiento, el primero importante luego de graduado, mas lo mejor llegaría al año siguiente.

Manuel Mendive y el Salón de Mayo

Uno de los eventos más prestigiosos del mundo de las artes plásticas, es el Salón de Mayo, en 1968 Manuel Mendive obtuvo el premio Adam Montparnasse a la joven pintura que otorga dicho evento. Este fue, tal vez, el peldaño inicial mas importante de su carrera.

Sin embargo por esta época sufre un accidente que marcó, según sus palabras, la eclosión y el viraje de su obra pues:

Fue mucho tiempo en cama y después muletas. No podía hacer las cosas de antes, el trabajo en madera, o con hierro, texturas, usar ácidos, fuego… Decidí pintar sobre papel y con los colores puros de la paleta: los rojos rojos, azul azul, amarillo amarillo, verde verde y siempre con esperanza.

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Lo curioso de este lamentable suceso es que unos meses antes del fatal accidente -que trajo como consecuencia la mutilación de su pie derecho-, ocurrido en febrero, Manuel Mendive comenzó, inexplicablemente a pintar personas mutiladas del mismo pie, una especie de premonición para la cual no encuentra otra explicación. El realismo mágico llevado a su más dolorosa expresión.

Precisamente estando convaleciente en el hospital Nicolás Guillen le comunica que acaban de hacerlo, a sugerencia de Wilfredo Lam, miembro de la UNEAC, tenia entonces veinticuatro años.

A partir de la década de los setenta la labor de Manuel Mendive irá en ascenso, ganando notoriedad a nivel internacional gracias a la realización de exposiciones y a la participación en Bienales de distintos puntos del orbe.

Ha exhibido su obra en diversas e importantes muestras individuales y colectivas en todo el orbe entre las que se destacan la XLIII Bienal de Venecia en 1988; Arte de Iberoamérica con itinerancia en la Galería Hayward, Londres; Museo Nacional y Museo Moderno, Estocolmo y en el Palacio de Velázquez, Madrid, 1989- 1990; Pintura Cubana 1820- 1991, Poliforum Cultural Siqueiros, México, 1991 y en Los surrealistas en América Latina en el Museo Boshum, Alemania en 1994

Museo de Bellas Artes

Además, con el tiempo comienza a incorporar a sus exposiciones el Body Art, acompañado de performance, como muestra del contraste entre lo perdurable, efímero e intertextual del arte moderno. Siendo el primero en 1987, el propio Manuel Mendive nos cuenta:

Usé como modelos bailarines del grupo de Danza Contemporánea. Me sirvieron de lienzos y, al mover el músculo, esas imágenes pintadas cobraban vida. Por cierto, un tiempo después y también cuando vivía en el Cotorro, hice body art sobre Geraldine Chaplin, actriz, hija del genial Charles Chaplin, que había venido a mi casa con un grupo del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) Eran los días del Festival de Cine en La Habana, y también era mi cumpleaños y había hecho una fiesta. Y ¡cómo se movía Geraldine! Estaba tan linda pintada…

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Manuel Mendive
Manuel Mendive Body Art

África en el pincel

La obra de Manuel Mendive cambió profundamente a partir de su visita a África en la década del 80, pues esa especie de viaje a las raíces formativas de la identidad afrocubana le permitió comparar realidades, mitos, creaciones… y englobarlo holísticamente en nuevas formas de interpretar su realidad. Los símbolos ocultos en sus piezas -que el mismo ha dicho que prefiere que sean descubiertos por el público- y la relación arte religión ganaron a partir de entonces un nuevo matiz.

Manuel Mendive
Manuel Mendive, 1986, Sin titulo

Para 2005 tendría otro recorrido significativo por el área africana, al cual, esta vez al menos, acudió también como autoridad religiosa por su condición de babalawo, en esta ocasión el periplo de Manuel Mendive y los cubanos babaoloshas e iyaoloshas que lo acompañaron incluyó: Benin, Togo, Ghana, y Nigeria. En todos los casos fueron recibidos por las máximas autoridades de cada lugar, creándose un clima de intercambio de donde además salieron importantes piezas plásticas.

Manuel Mendive, quien desde el 2001 es Premio Nacional de Artes Plásticas, continua su fructífero proceso creativo desde su finca en las afueras de Tapaste, especie de refugio creativo donde rodeado de la naturaleza y la música barroca continua realizando arte.