En Cuba la esgrima de inicios del siglo XX lleva el nombre de Ramón Fonst, pero bien pudiera llevar también el de su amigo Manuel Dionisio Díaz Delgado, de no haber sido porque ante todo, este ingeniero graduado en Harvard, se consideraba un catedrático, no un deportista profesional.

Manuel Dionisio Díaz nació en La Habana, el 8 de abril de 1874, hijo de Manuel Luciano Díaz, quien fue una figura prominente dentro de la sociedad criolla y primer Secretario de Obras Públicas del país.

Al igual que a Ramón Fonst, a Manuel desde pequeño su familia también lo familiarizó con el arte de la esgrima. Recibió clases de los mejores profesores de La Habana, entre los que sobresalió Filiberto Fonst Branly, el padre de Ramón. Gracias a él también Manuel Dionisio Diaz aprendió a dominar las tres armas al mismo nivel, pues ese era uno de los principios de la enseñanza del maestro Fonst.

Ramón Fonst
Ramón Fonst

Un punto importante en su formación como esgrimista fue la asistencia, junto a su amigo Ramón Fonst, al Club Gimnástico de la Habana, donde cruzaban armas con los mejores tiradores de una sociedad que entonces, sentía furor por la esgrima.

La partida hacia los Estados Unidos

Manuel Dionisio Díaz es llamado el  «El inolvidable amateur cubano«, tal epíteto se debe a que nunca fue un deportista profesional. Podía serlo, pues en 1894 se va a Norteamérica para estudir ingeniería -durante cinco años- en la Universidad de Harvard.

Durante su estancia en los Estados Unidos siguió vinculado a la esgrima, ¡Y de que manera! Desde la Asociación Atlética de Boston y el Club Atlético de Nueva York Manuel Dionisio Díaz compite en torneos y campeonatos por todo el país, titulándose Campeón Nacional de Espada de los EE.UU. en el año 1899, y titular de Florete y Sable de Nueva Inglaterra en 1900.

Por lo que en 1900, cuando su amigo Ramón Fonst lograba el primer oro olímpico de Cuba, Manuel Dionisio Díaz era ya campeón de los Estados Unidos, nivel y méritos competitivos tenía, entonces cabe preguntarse ¿Por qué no asiste a los juegos de 1900? La respuesta tal vez la encontramos cuatro años después.

San Luis 1904: Manuel Dionisio Díaz y el oro que no buscaba

En agosto de 1904, Manuel Dionisio Díaz y su padre, se encontraban en la Exposición Mundial, que paralelo a los juegos se efectúaba en la ciudad de San Luis. Don Manuel, en su condición de Secretario de Obras Públicas de Cuba, era el jefe de la delegación cubana a la exposición, y su hijo le ayudaba. 

Por eso estaba ahí. Ni por la cabeza le había pasado la idea de participar en los Juegos Olímpicos, pero un día lo contacto su amigo Ramón Fonst y poco tiempo después ya entraba, como por casualidad, en la historia del deporte.

No traía Fonst nadie que compitiera en Sable, por lo que sabiendo del gran nivel técnico de su amigo le pide que compita por Cuba en los juegos.

Manuel Dionisio Díaz acepta el reto, a fin de cuentas solo debía enfrentar a cuatro rivales, de los cuales el mas importante era William Grebe, quien era considerado entonces el mejor sablista del mundo.

El nivel exhibido por el cubano en la competencia asombra, sobre todo cuando se sabe que no se preparó para ello, pues no lo tocaron hasta la final, a la cual llegó invicto en cuanto a toques en contra. 

El combate contra el estadounidense Grebe, el mejor sablista del mundo entonces, se efectuó el 8 de septiembre y se recordó por muchos años, ya que se decidió por la mínima, ganando el cubano 7×6.

Pero no le bastó a Manuel Dionisio Díaz y acto seguido, en compañía de Fonst y de un alemán residente en La Habana, participa en la competencia de florete por equipos, en la cual también obtiene medalla de oro.

Luego regresó a la ingeniería, y a su puesto de catedrático en la Universidad de La Habana, de donde no se movió hasta que en 1923 el esgrimista Juanito Saaverio le pide el apoyo de su fama y reconocimiento para fundar la Federación Amateur de Esgrima de Cuba y como delegado de esta acude al frente de los deportistas que participan en 1926 en los Juegos Centroamericanos.

Manuel Dionisio Díaz
Manuel Dionisio Díaz

Tres años después de eso moría de un infarto, el día 20 de febrero de 1929, en los Estados Unidos. Se despedía así el catedrático que no pensó en ser Campeón Olímpico.