En esta pequeña casa situada en la intersección de las calles Manuel Pruna y Tres Palacios, en la barriada de Luyanó, se ubicaba en los años 30 del siglo pasado la fábrica de medias propiedad del bravo capitán del Ejército Libertador, Arturo del Pino Ramírez.

Nacido el 27 de octubre de 1878 en Las Villas, Arturo del Pino se incorporó a las fuerzas del General en Jefe Máximo Gómez a la edad de 18 años.

Fundador del Ejército Nacional, en 1906 fue designado como jefe de la policía de Quemado de Güines.

Tras licenciarse se dedicó a los negocios, regentado el hotel Comercio de Caibarién, un café en el poblado de Vueltas y una colonia de caña en el central Reforma.

En 1919 se estableció definitivamente en La Habana, donde adquirió la pequeña fábrica de medias de Tres Palacios y Manuel Pruna en Luyanó, con una vivienda anexa en la cual vivía.


Fábrica de medias de Arturo del Pino en Manuel Pruna y Tres Palacios, barrio de Luyanó
Antigua fábrica de medias propiedad del capitán del Ejército Libertador cubano, Arturo del Pino Ramírez, en Manuel Pruna 751 – 753, esquina Tres Palacios, barrio de Luyanó.

El combate épico de Arturo del Pino

Arturo del Pino fue uno de los partidarios de la vía insurrección al contra el presidente Gerardo Machado y el hombre de máxima confianza del nacionalista Carlos Mendieta, quien en alianza con el expresidente Menocal y algunos sectores del Ejército Nacional se encontraba planificando un levantamiento armado.

La mayor parte del arsenal de los conspiradores se guardaba en la fábrica de medias de Arturo del Pino en Luyanó que, además, era uno de los puntos de reunión de los complotados contra el gobierno.

El día 9 de agosto de 1931 una vecina dio parte a la policía de los «movimientos sospechosos» que ocurrían en la fábrica de Manuel Pruna y Tres Palacios. Arturo del Pino observó por la ventana como llegaban los primeros agentes de la sección de «expertos» y conversaban con la mujer que señalaba insistentemente hacia el local.

Sin pensarlo dos veces, el capitán mambí, que era un experto tirador, sacó el brazo por la ventana y la dejó muerta de un disparo. Los policías buscaron refugio en las portales y árboles cercanos y de inmediato se generalizó la balacera.


Desde estos portales, balcones y azoteas, 300 efectivos de la policía y el ejército atacaron al capitán del Ejército Libertador Arturo del Pino y uno de sus empleados, atrincherados en una pequeña fábrica de la acera de enfrente.

Arturo del Pino se encontraba acompañado por dos hombres: uno de sus empleados, el español Felipe Cabezas, más conocido por «El Gallego», e Ignacio Arjona, quien era amigo del capitán mambí desde hacía muchos años.

Arjona resultó herido apenas comenzaron los disparos e intentó escapar por el fondo de la fábrica, siendo detenido por la policía. Mientras, Arturo del Pino y Felipe Cabezas decidían vender bien cara la vida y desde las ventanas de la fábrica lanzaban una lluvia de balas sobre los uniformados que no se atrevían a avanzar.

A lo largo del combate, que se prolongó por unas tres horas, se fueron sumando a las fuerzas atacantes más y más agentes y un pelotón del ejército que emplazó varias ametralladoras para hacer fuego contra la fábrica. En total los sitiadores llegaron a sumar 300 efectivos, contra apenas dos hombres, en uno de los combates urbanos más desiguales de todos los tiempos.

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Arturo del Pino

Finalmente los disparos desde la fábrica de la esquina de Pruna y Tres Palacios se hicieron cada vez más escasos hasta que cesaron por completo.

Los policías entraron entonces al taller, donde encontraron los cuerpos acribillados a balazos del capitán Arturo del Pino y su empleado Felipe Cabezas.

La «tragedia de Luyanó» como le llamó la prensa de la época se saldó con cuatro muertos (los dos defensores, la delatora y un policía) y ocho heridos entre los atacantes, tres de ellos graves. Todas las bajas fueron ocasionadas por del Pino y el Gallego Cabezas, pues Arjona, como se mencionó antes, fue herido de gravedad y apenas participó en la balacera.

Casi 20 años después, el 9 de agosto de 1948, la Asociación de Revolucionarios de 1930 develó una tarja, que aún se conserva en la fachada de la casa de Manuel Pruna y Tres Palacios, en la que se rinde homenaje al épico combate que sostuvieron Arturo del Pino y Felipe Cabezas.


Tarja colocada en 1948 en la fachada de la antigua fábrica de medias de Arturo del Pino en Manuel Pruna y Tres Palacios

Tarja de bronce colocada en 1948 por la Asociación de Revolucionarios de 1930 en la antigua fábrica de medias, propiedad de Arturo del Pino en Manuel Pruna y Tres Palacios, barrio de Luyanó, que textualmente dice:

«Honramos con la fijación de esta tarja, la memoria del valiente veterano de nuestra Guerra de Independencia, capitán Arturo del Pino, quien cayó en compañía de Felipe Cabezas el día 9 de agosto de 1931, combatiendo heroicamente la sangrienta dictadura del tirano Machado»

«El capitán Arturo del Pino es fiel exponente de los sacrificios y de las luchas revolucionarias sostenidas para la justicia, la libertad y la felicidad de la patria»

«Del Pino vivirá siempre en el corazón de los que aman la libertad»

La Habana, agosto 9 de 1949.


Arturo del Pino en la cultura

En el Parque de Fábrica, el pueblo de Luyanó quiso rendir homenaje al capitán Arturo del Pino y le erigió un busto de bronce sobre un pedestal de cantería en el que colocaron una tarja en la que se puede leer:

Arturo del Pino y Ramírez

Capitán del Ejército Libertador

Murió el día 9 de agosto de 1931

El heroísmo de su muerte fue la chispa que encendió la guerra de 1931, visión cumbre del esfuerzo dignatario que conmovió la tiranía, protectándose en los fastos de la historia

Juventud: este es un espejo, ante él descúbrete y sigue su ejemplo


Monumento a Arturo del Pino en el Parque de Fábrica, Luyanó
Monumento al capitán del Ejército Libertador Arturo del Pino en el Parque de Fábrica, Luyanó

La «tragedia de Luyanó» ha ido quedando en el olvido, hasta de los que viven en el barrio, pues la figura del capitán Arturo del Pino es muy poco citada en los medios de comunicación.

Sin embargo, desde el momento de su muerte, la épica del bravo capitán mambí ha sido fuente de inspiración para varios intelectuales y artistas cubanos.

Uno de los que quedara más impresionado por la acción del 9 de agosto de 1931 fue el escritor y pintor Samuel Feijoo, quien le dedicara los siguientes versos a Arturo del Pino:

(...) No debemos gemir las nuestras penas
porque nunca gimió el pecho cubano; 
hay que luchar contra el feroz tirano
mientras corra la sangre en nuestras venas. 

¿No escuchas como dicen de ardos llenas
las banderas que al aire abrió el hermano:
si abatimos al fiero león hispano
por qué no habremos de abatir las hienas?