Luis de las Casas y Arragorri, Conde de Aranda, fue un militar y político español, que ocupó el cargo de Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba entre los años 1790 y 1796.

Nació en Sopuerta, Vizcaya el 25 de agosto de 1745. A la edad de 13 años, a través de las relaciones de su familia en la Corte entró como paje al servicio del rey y poco después obtuvo una plaza de cadete en el Regimiento de Cantabria, en el que se convertiría en capitán a los 17 años.

Durante la Guerra de los Siete Años sirvió en Portugal bajo el mando del Conde de Ricla y en 1769 partió junto a su cuñado el brigadier Alejandro O’Reilly a la campaña de ocupación de la Luisiana, recién cedida por los franceses.

Tras el regreso de la expedición a Cádiz, su espíritu aventurero le llevaría a un largo viaje por Europa en el que, incluso, llegaría a participar como voluntario en el ejército ruso durante las guerras ruso – turcas en las que combatió en el Danubio y el Mar Negro; luego se reintegraría, ya con grado de coronel y al frente del Regimiento de Infantería de Saboya al ejército español, con el que se sumaría en 1775 a la Expedición a Argel.

Al estallar una nueva contra Inglaterra Luis de las Casas participó en el Sitio de Gibraltar y la reconquista de Menorca. Por su distinguidísima hoja de servicios a la corona, el rey lo ascendió a Mariscal de Campo y le nombró como gobernador de Orán, ciudad argelina en la que se mantuvo hasta que en 1790 fue enviado por segunda vez a las Américas, esta vez como Capitán General de Cuba, la Luisiana y la Florida.

Don Luis de las Casas, Conde de Aranda, Capitán General de Cuba
Don Luis de las Casas, Conde de Aranda, Capitán General de Cuba (1790 – 1796)

Luis de las Casas y La Habana

Espíritu ilustrado y cosmopolita, Luis de las Casas conocía a los hombres y sus vanidades, por lo que no le resultó difícil hacerse apreciarse por la sacarocracia cubana, que le colmó de honores, al mismo tiempo que el nuevo Capitán General le dispensaba favores de todo tipo.

Tan perfecta llegó a ser la simbiosis entre gobernadores y gobernados que es difícil determinar dónde comenzaban los intereses de unos y otros. Para hacer más estrecha esta relación, los agradecidos hacendados habaneros le «regalaron» el ingenio Amistad en Güines, lo que enriqueció notablemente a Luis de las Casas, pues la revolución en Haití hizo que el azúcar cubano se cotizara a precio de oro.

Mas, si bien Luis de las Casas se ocupó de sus intereses privados; también fue un excelente gobernante (de los mejores que ha tenido Cuba en todos los tiempos). Durante sus años de gobierno se construyeron numerosas obras públicas, se levantaron puentes, se abrieron nuevos caminos y se mejoraron los existentes, a la vez que se pavimentaban las calles de La Habana.

También se preocupó por la asistencia a los menos favorecidos y fundó esa venerable institución que fue la Casa de Beneficencia a la vez que ordenaba la realización de un censo de población, el primero que puede considerarse confiable en la historia de la Isla.

El 6 de junio de 1792 al crearse por Real Decreto la Sociedad Económica de Amigos del País, la aristocracia habanera, que lo consideraba como uno de los suyos, estuvo encantada de que Luis de las Casas fuera su primer presidente.

Rodeado por un grupo de aristócratas criollos entre los que destacaban Francisco de Arango y Parreño, Tomás Romay y Agustín Caballero; Luis de las Casas impulsó la libertad de comercio y la trata negrera (entendida por los hacendados habaneros como el motor del desarrollo de la agroindustria); y fundó el Papel Periódico de La Habana, primer periódico cubano.

Finalmente, Luis de las Casas abandonó el gobierno de la Isla el 6 de diciembre de 1796, siendo sustituido por el Conde de Santa Clara, quien continuó su política de engrandecimiento del país.

A su regreso a la Península el rey lo nombró Capitán General de Valencia, cargo al que renunció para recuperarse de su precario estado de salud. Posteriormente sería gobernador de la plaza de Cádiz y Capitán General de Andalucía, cargo que ocupaba al morir por envenenamiento accidental el 19 de julio de 1800.