Enorme entre los grandes, el Acuarelista de la Poesía Antillana y maestro de generaciones, Luis Carbonell, constituye uno de los pilares indiscutibles sobre los que se levanta la lírica y la cultura en general en Cuba.

Luis Carbonell, cuyo nombre completo era Luis Mariano Carbonell Pullés nació en la ciudad de Santiago de Cuba, antigua provincia de Oriente, el 26 de julio de 1923.

Único varón entre siete hermanos, sus padres aspiraban a que Luis se convirtiera en médico o abogado, pero el niño pronto sintió las más fuertes inclinaciones artísticas.

Recibió clases de piano en su ciudad natal e imitando a una de sus hermanas (casi que contra la voluntad de sus padres) comenzó a declamar poesía en las fiestas familiares.

Además de poeta, Luis Carbonell fue un excelente pianista que acompañó en sus presentaciones  varios de los grandes de la música cubana
Además de poeta, Luis Carbonell fue un excelente pianista que acompañó en sus presentaciones a varios de los grandes de la música cubana

Luis Carbonell el Acuarelista de la Poesía Antillana

La vida de Luis Carbonell se decantó definitivamente por el arte cuando a los 15 años ganó un concurso de aficionados y fue contratado por la CMKC. Allí trabajó como declamador, pianista acompañante y se presentó, sobre todo, en los teatros de la región oriental del país.

En busca de mayores horizontes artísticos se trasladó a La Habana, donde estudió Música en el Conservatorio Orbón y, pocos años después, en 1946, se embarcó a Nueva York, Estados Unidos.

Para ganarse la vida en la Gran Manzana, Luis Carbonell trabajó como joyero. Allí coincidió en una velada particular con dos grandes de la música cubana, Esther Borja y Ernesto Lecuona, quienes quedaron gratamente impresionados con el peculiar estilo de Luis Carbonell.

Gracias a las recomendaciones de Lecuona, que apostó fuerte por él – el Maestro lo definiría como «un genio de la poesía negra» – Luis Carbonell pudo dar el paso más sólido en una naciente carrera profesional al ser entrevistado y actuar en vivo por la NBC para todo el continente americano.

Viviría Luis días intensos en Nueva York, presentándose primero en el Teatro Hispano, de la mano de puertorriqueña Diosa Costello y luego en el Carnegie Hall, en el que ofreció el 11 de marzo de 1948 un recital de «Poesía negra» en el que declamó, entre otros, poemas de Nicolás Guillén y Federico García Lorca.

Regresó triunfante a Cuba a finales de ese año 1948 y en enero de 1949 se presentó con éxito extraordinario en el modernísimo Radio entró de 23 y L.

De éxito en éxito se sucedieron las presentaciones de Luis Carbonell en La Habana; pero ninguna tan notable y de tan largo alcance como la del 25 de febrero de 1949, cuando su inimitable voz estrenó el show radial de la CMQ «De fiesta con Bacardí» en el que se mantuvo por siete años y compartió cabina y escenario con las luminarias más grandes que visitaban la capital cubana: Jorge Negrete, Pedro Vargas, Josephine Baker, Los Panchos o Paquita Rey, por sólo mencionar algunos.

Al producirse el nacimiento de la televisión en Cuba, Luis Carbonell era uno de los artistas más populares en la Isla, por lo que rápidamente dio el salto a la pequeña pantalla y, durante toda la década de 1950, fue un habitual de los programas de variedades en los que combinaba el arte de declamar con números musicales y elaboradas coreografías.

Luis Carbonell le canta a La Habana

La consagración de la poesía

Tras cumplir sendos contratos de trabajo en Venezuela y México, Luis Carbonell regresó a Cuba lleno de ideas innovadoras y en 1957, en la sala Hubert de Blanck se convirtió en el pionero de la narración oral en Cuba.

En esa memorable ocasión, el poeta se Alejo de los textos costumbristas y decidió contar cinco cuentos de cinco autores cubanos (de lo mejor de lo mejor de las letras en la Isla): Virgilio Piñera, Miguel de Marcos, Lydia Cabrera, Félix Pita Rodríguez y Miguel Ángel de la Torre.

«A nadie, antes que a él, se le había ocurrido que los cuentos de los autores modernos tenían dentro de sí esta posibilidad maravillosa.»

Reseñaría entonces el periódico Información para luego acotar que, de todas formas, para lograr algo semejante era imprescindible ser «un gran artista».

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, Luis Carbonell, quien ya era conocido como el «Acuarelista de la Poesía Antillana» decidió permanecer en Cuba.

Su presencia en los medios de difusión y en los espectáculos populares continuó siendo común, así como las giras al extranjero. También grabó varios discos con sellos cubanos y fue el centro de varios homenajes oficiales, entre ellos la Réplica del Machete de Máximo Gómez y los Premios Nacionales del Humor y de la Televisión.

Luis Carbonell falleció en La Habana el 24 de mayo de 2014 a los 90 años de edad. Por última voluntad sus restos mortales fueron trasladados a su bóveda familiar en el Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba.