Laura Martínez Carvajal fue una verdadera «influencer», una pionera, alguien revolucionaria en su campo, en resumen, una persona que merece la consideración, admiración y respeto de las generaciones actuales. Ahora que reivindicamos derechos, que perseguimos paradigmas de modernidad inclusiva e igualitaria, debemos recordar a aquellas personas que tuvieron la fuerza y el talento necesarios para romper las normas y barreras de las sociedades a las cuales se enfrentaron.

La primera mujer en graduarse de medicina, y en ejercer la oftalmología, en Cuba, agregó además a su currículum estudios superiores de Físico-matemáticas. Aunque tenía orígenes españoles, nació, vivió y murió en la gran Antilla de Ultramar, por lo cual es motivo de orgullo de todos los cubanos.

Laura Martínez Carvajal nació (27 de agosto de 1869) en un momento complejo para la sociedad cubana, la guerra de los Diez Años había comenzado apenas unos meses antes de su nacimiento, sin embargo su familia asentada en La Habana no se vio afectada por la guerra que empobreció a multitud de familias cubanas.

Otras pioneras del siglo XIX

Si bien los derechos de las mujeres en el aquel siglo dejaban mucho que desear, habían algunas que a base de perseverancia y una inteligencia realmente sobresaliente, podían acceder a ramas exclusivas para hombres. Laura Martínez Carvajal cumplía cabalmente con ambas condiciones.

Su matriculación en 1880 en el colegio de San Francisco de Paula para obtener su título de bachillerato ya recibió la atención de los medios informativos habaneros. Era sin dudas sorprendente el talento de la joven Laura Martínez Carvajal. En aquel momento solo contó con el apoyo de su padre para luchar por su verdadero objetivo de ser:

Doctora en medicina, o leyes. El señor Vicente M. Carvajal, padre de Laura, hubo de luchar con el torrente de la opinión y las preocupaciones contrarias; pero fueron tan resueltos y eficaces los pasos practicados, que logró vencer los inconvenientes.

Diario de la Marina, 1880

Cierto es que en el campo de las artes este proceso de inclusión de la mujer había comenzado mucho antes y que sería en 1859 cuando a ilustrísima Gertrudis Gómez de Avellaneda, que ya había posicionado su nombre entre los más notables escritores de la península, fundaría en la isla su «Álbum cubano de lo bello y lo bueno«, dedicada en exclusiva al género femenino.

Laura Martínez Carvajal
La excepcional Laura Martínez Carvajal (aunque se omite su primer apellido, al igual que ocurría con su padre) en la revista El Fígaro

Apenas finalizada la guerra Marta Valdés sería la primera mujer en matricularse en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro y un par de años después, Adriana Billini sería la primera en graduarse y ejercer como profesora de dicho centro artístico. Los campos reservados para hombres en el pasado, como las artes y las ciencias, comenzaban a crear espacio en sus centros de estudios para las mujeres, algo se avanzaba.

Laura Martínez Carvajal, una mente excepcional

Para sorpresa de los jueces que examinaron su ingreso a la aulas universitarias la joven habanera recibió la nota de Sobresaliente, matriculando en Medicina y en Físico-matemáticas. Entre sus grandes logros consta el de 20 exámenes de Sobresaliente de sus primeros 21, manifestando su excepcional intelecto.

La recepción de parte de sus compañeros de estudio fue cortés y respetuosa, pese a las dudas que algunos periódicos conservadores habían vertido, predisponiendo a la sociedad sobre lo adecuado de que una señorita estudiase Medicina, dudas dudas que Laura Martínez Carvajal despejó con su convicción, ganando la admiración de otras jovencitas que siguieron su estela.

Los mayores problemas que enfrentó fueron las diferencias a la hora de examinar cuerpos en las clases de Ejercicios de disección, pues se le impidió hacerlo junto a los estudiantes hombres (cuando matriculó en 1884 tenía apenas 15 años), de ahí que acudiese los fines de semanas al antiguo Hospital de Santiago y San Felipe.

Esto no afectó sus estudios, pues entre el rector y el director del Hospital llegaron al acuerdo de abrirle los días festivos la sala de disección para que practicase, eso sí, acompañada de algún miembro de su familia primero, posteriormente de una criada, y finalmente se le permitió asistir sola, hasta alcanzar el Doctorado.

En la Universidad encontró también el amor, sería el joven Enrique López Veitía con quien se casaría en 1889, poco después de graduarse. Junto a su esposo montó en la Habana Vieja un centro médico con el nombre de «Policlínica de Especialidades Médicas«, que destacó sobre todo por su consultorio de Oftalmología, campo en el cual se desempeñaría durante más de veinte años Laura Martínez Carvajal.

ENLACE.—Según vemos en algunos de nuestros apreciables colegas, han contraído matrimonio la muy ilustrada Srta. D» Laura Martínez Carvajal, Licenciada en Ciencias que ha obtenido en sus estudios las más apabullantes notas, y el celebrado oculista Dr. D. Enrique López, habiendo apadrinado la boda la Sra. D» Elisa del Camino de Carvajal y nuestro antiguo y querido amigo el
Sr. D. Vicente Martínez Carvajal, padres de la novia, y una hermana y un hermano del contrayente. Deseamos á los nuevos esposos una felicidad interminable

25 de julio de 1889

Colaboró activamente en todas las actividades en las cuales se involucró su esposo, compartiendo coautoría de alguno de los libros de este. Juntos acudieron a los primeros congresos de Medicina y posteriormente hizo lo propio en los Congresos de la Mujer Cubana.

En el año 1910 fallecía de tuberculosis su esposo en la residencia de 1º y Paseo, se quedaría ella al frente de la clínica aunque terminaría delegando rápidamente en uno de sus siete hijos.

Involucrada en diversas asociaciones de labor social como el Bando de la Piedad que dirigió Jeannette Ryder, o la fundación de la Sociedad Protectora de los Niños de la Isla de Cuba fundada en junio de 1890; por eso no extraña que aún estando enferma ella misma, abriera con María, una de sus hijas, la finca «El Retiro» donde daban clases gratuitas a los pobres.

Fallecía en La Habana el 24 de enero de 1941, quien había sido la primera mujer graduada de medicina y la primera mujer que ejerció la oftalmología en el país, de singular espíritu social y humano, pese a proceder de un entorno adinerado no olvidó a los estratos más humildes de la sociedad. La prensa, ocupada con la segunda Guerra Mundial, apenas reseñó su deceso, aunque con los años se ha reivindicado la trascendencia de su logro, otorgándole el .