Fotos de la Habana rastreando en sus archivos ha encontrado esta crónica que le bridamos a continuación sobre las que bien pudieran ser las tres primeras fanáticas al béisbol que registra alguna publicación en La Habana.

Recordemos que el beisbol es pasión en Cuba desde finales del siglo XIX, y constituyó en si mismo una expresión de identidad nacional ante deportes como los toros, por lo que tener constancia de que a finales del 19 ya contaba con arraigo entre el sexo femenino eleva la importancia del mismo como rasgo identitario, en tanto la sociedad cubana era eminentemente machista.

¿Las primeras fanáticas al beisbol?

Esta reseña está tomada del libro «Cosas de La Habana: cuadros de costumbres populares.» impreso en 1897, y sin que se consigne autor.


Se llaman Otilia, Aurelia y Rosaura.


La primera es hija de un Comandante retirado, la segunda de un ex-almacenista de víveres y la tercera de uno que fue Hacendado cuando el azúcar se pagaba a un alto precio y el Gobierno no le cobraba tantos derechos como ahora.
Otilia conoció a Aurelia en la azotea del gran teatro de Tacón, la tarde que los bomberos hicieron el simulacro de incendio en honor de los Infantes, y Roraura se hizo amiga de ambas en el desafío del «Habana» y el «Almendares» que por una mala tirada de un jugador la pelota fue a parar a la glorieta y le abolló el ojo izquierdo a una señera.

La afición al baseball de estas tres jóvenes es una cosa extraordinaria.
Ellas saben lo que es un double play, un earned runs (actualmente home run), un wild pitches, llevan su anotación por entradas lo mismo que los scorers, y cuando alguno de la novena de su Club hace una buena jugada le aplauden con entusiasmo y le arrojan al terreno las flores y las cintas que llevan en la cabeza y en el traje.

Ni las frases inconvenientes que oyen del público, ni las cuestiones que se arman en la glorieta entre los partidarios de unos y otros jugadores por las decisiones de los Umpires, ni los gritos que pegan los que convierten aquel lugar en valía de gallos con sus apuestas, ni los desórdenes que se arman con frecuencia, nada las hace perder un desafío.

En el motín que hubo contra las peloteras americanas, Otilia perdió un arete, Aurelia un zapato y a Rosaura le arrebataron una gargantilla. Pérdida que ocultaron a sus padres Otilia y Aurelia porque son enemigos acérrimos del juego de pelota, y tal vez las hubieran prohibido asistir a todos.

fanáticas al beisbol
¿Nuestras primeras fanáticas al beisbol?

Después que las tres se dieron la última mano de polvos y se miraron varias veces al espejo, fueron para el desafío con el Hacendado, quedando en la casa jugando al tresillo el Comandante y el ex-Almacenista.
Otilia, Aurelia y Rosaura, antes de empezar el juego, hablaban con los jugadores largo rato, jaraneaban con ellos, se reían, y tanto fue creciendo la intimidad y la confianza, que Otilia le correspondió al Catcher, Aurelia a un Pitcher y Rosaura al otro.

fanáticas al beisbol
Rosaura, una de las fanáticas al beisbol, escapándose de casa con el novio pelotero


Desde entonces las tres son las primeras que llegan a la glorieta para coger buen puesto y las últimas que se retiran para salir acompañadas de sus novios.


Luego el cronista consigna que ante la oposición de sus padres que amaban los toros y odiaban el béisbol, al que consideraban vulgar y extranjero, Otilia y Aurelia fueron enviadas a España, con la orden familiar de que les buscaran un marido de bien.

Y al parecer lo consiguieron, pues al menos de una se sabe que contrajo nupcias con un… torero.