Juan Marinello  Vidaurreta fue un importante intelectual y político cubano que nació en Jicotea, Las  Villas, el 2 de noviembre de 1898 y falleció en La Habana el 27 de marzo de 1977. Perteneció a la generación del veinticinco y fue contemporáneo de figuras cimeras de la historia y la cultura nacionales, como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Jorge Mañach, José Antonio Ramos y Manuel Navarro Luna, entre otros.

Fue Marinello quien denominó década crítica al período comprendido entre 1923 y 1933. No sin razón, ya que esta fue una etapa de definiciones políticas y toma de partido para la juventud intelectual, que se iría distanciando paulatinamente de los políticos de carrera. Ejemplos sobran: en  marzo de 1923 participa en la Protesta de los Trece. De inmediato se asocia a dos  proyectos efímeros, también junto a Rubén Martínez Villena: la fundación de Falange de Acción Cubana, de la que fue primer vicepresidente, y el Movimiento de Veteranos y Patriotas, del que integra su Consejo Supremo.

 En 1926 participa en la fundación de la Institución Hispanocubana de Cultura, en la que ocupa una vicepresidencia, y la presidencia de la Comisión de Conferencias.  Fue miembro del Grupo Minorista y uno de los firmantes del Manifiesto Minorista de 1927.

Sin embargo, uno de los proyectos más abarcadores en que colaboró Juan Marinello fue la publicación de la Revista de Avance, que se considera la insignia del vanguardismo en Cuba. 

El trabajo que presentamos se enfoca en los aportes de Juan Marinello a esta publicación y a sus proyectos colaterales.


Juan Marinello y la Revista de Avance

El nombre real de la revista es: «1927«; «1928«; «1929«; «1930«, pero como subtítulo lleva el de revista  de avance.  Esta peculiaridad, que pretende reafirmar su voluntad de movimiento y transformación a  tono con los tiempos, ha traído dificultades en su grafía, sobre todo respecto a requerimientos de la catalogación e indexación bibliográfica.  En la práctica se le conoce, como Revista de avance, y en  el mejor de los casos, intentando reconocer su orientación vanguardista, se le  respetan las minúsculas en su título, escribiéndose revista de avance.

Juan Marinello

Comenzó siendo quincenal, y a partir de enero de 1928 pasó a ser mensual,  hasta la última entrega.  Estabilizó sus cuadernos en 32 páginas, aunque alcanzó cifras superiores en algunas entregas. En 1930 ocurre el cierre de la publicación, en ocasión de la detención y posterior prisión de Marinello, acusado de «instigador de los sucesos  universitarios del 30 se septiembre». 

La revista comenzó a editarse bajo  la dirección colectiva de: Juan Marinello, Jorge Mañach, Francisco Ichaso, Alejo  Carpentier y Martí Casanovas. No  obstante, desde el segundo número comienzan a ocurrir modificaciones en este equipo.  La primera baja será la de Alejo Carpentier, que fue sustituido por José Zacarías Tallet.  La segunda fue la de Martín Casanovas, debido a su expulsión del país como  resultado del proceso comunista de 1927. Félix Lizaso sustituye a Martín Casanovas, a partir del  número 11 de su primer año (septiembre 15,  1927),  hasta el cierre de la  publicación. La última baja fue la de José Zacarías Tallet,   a  partir de entonces fueron cuatro los coeditores.

Juan Marinello y la Revista Avance

Sobre esta revista mucho se ha escrito, a favor y en contra, un criterio desfavorable fue el de Raúl Roa que, como parte de una juventud que se radicalizaba por momentos en el fragor de la lucha, no comprendía que:

Los artepuristas se arrimarían al árbol anualmente rotulado de la Revista de Avance, espejo y hojarasca de un vanguardismo anacrónico plagado de vaguedades, abstracciones, flatulencias y audacias domésticas. A despecho de las nobles actitudes humanas y de la ulterior posición de Juan Marinello —el único de sus directores que tuvo el denuedo de quemar las naves y pasarse al palenque de la revolución—, la significación de la revista radica en ser el testimonio de un momento transicional de la literatura cubana.

Estudios actuales, como los de Yolanda Wood y otros profesores de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, han matizado esta valoración al considerar a esa revista como la principal evidencia del vanguardismo en Cuba, y respecto a su declarado apoliticismo, este fue más formal que real, quizás por la tozudez con que los editores avancistas defendían un arte al margen de la política. Una revisión exhaustiva de las “Directrices” de la revista nos puede sorprender. Los mismos editores, ante las críticas recibidas responden:

[N]uestra preocupación política no invade los sectores estéticos, porque entendemos —digan lo que quieran los que todo lo reducen a la mínima dificultad— que el arte es función y no instrumento. Pero si delante de las páginas de pura creación o pura intelección mantenemos —contra lo usual en este tipo de publicaciones— una sección de carácter editorial como esta, es porque sabemos que nuestro interés artístico no nos exime de responsabilidad cívica. Por fortuna, nuestra devoción por el arte nuevo corre paralela a nuestra apetencia de una vida más libre, más justa, individual y colectiva.

Efectivamente, desde las “Directrices” se apoyó la independencia de Puerto Rico y a Nicaragua, se reivindicó a un Martí antimperialista; desde sus páginas, Enrique José Varona, tras discrepar con el pesimismo de Jorge Mañach, haría un llamamiento a la juventud cubana —que se considera su testamento político— donde se retractaba de ciertas consideraciones suyas sobre la concepción que tenía del pueblo. 

Juan Marinello y la Revista Avance

Revista de Avance defendió las ideas de una cultura popular y vernácula y la búsqueda de nuevos caminos en el arte cubano. Una revisión de la misma permite comprobar la existencia de numerosos trabajos de crítica dedicados a la autenticidad del arte y la evaluación de la raíz popular en la cultura. La cultura cubana fue defendida en su carácter abierto al mundo y en su apoyo a la diversidad.

La revista se fundó ante todo, según asegura Jorge Mañach, para colocar a Cuba en el mapa de las nuevas letras americanas. En la práctica, pronto trascendió el interés meramente literario y de artes plásticas en sus contenidos, abriéndose además a la música contemporánea, al teatro de arte, las ediciones  y conferencias, entre otros asuntos culturales, sociales, cívicos y aun políticos.

Marinello, además de su labor editorial -pues como se explicó, los editores rotaban la concepción de los números en su totalidad-; publicó trabajos de variados géneros y temáticas en la revista. 

La mayor presencia fue la de reseñas críticas, que aparecían publicadas en la sección “Letras” y demuestran la rapidez con que la literatura universal se daba a conocer en el mercado cubano del libro. Podían ser textos históricos, económicos, líricos, ensayísticos o de narrativa; en todos los casos, el amplio bagaje cultural de Juan Marinello le permitía profundizar y aportar una mirada novedosa y exhaustiva en estas reseñas:

  • Letras extranjeras, no. 3
  • 1930, no. 5
  • Juan Criollo, por Carlos Loveira, no. 22
  • Notas acerca de José Manuel Poveda, por Regino Botti y Héctor Poveda, no. 23
  • Crucero, por Gerardo Estrada, no. No, 27
  • Red, de Bernardo Ortiz, no. 30
  • La Revolución Mexicana, por Luis Araquistain, no. 32
  • Rusia a los doce años, de Julio Álvarez del Vayo, no. 34
  • Teorías Pragmáticas, por Mariano Aramburo, no. 36
  • San Francisco de Asís, por Luis de Sarasola, no. 38
  • Necesidad de adoptar una política de comercio exterior, por Luis Machado, no. 38
  • Escritos de Domingo del Monte (Introducción y Notas por José Antonio Fernández de Castro), no. 39
  • Inicial, por José María Luelmo, no. 39
  • Maquiavelo, por Orestes Ferrara, no. 40
  • Trabajos, por Domingo Méndez Capote, no. 41
  • El capitán Malacentella, por Alberto Insúa, no. 43
  • Multitud. La ciudad y el campo en la Historia del Perú, por Jorge Basadre, no. 43
  •  Curso de obligaciones y contratos en el Derecho Civil español, por Alberto Blanco, no. 49
  • Motivos y Letras de España, por Rufino Blanco Fombona, no. 49
  • Leyendas de Guatemala, por Miguel Ángel Asturias, no. 50 

Otro género en que incursionó, aunque sobre todo en los años iniciales de la revista, fue la poesía:

  • “Día”, “Oro y ala” y “La casa”, no. 2
  • “La vuelta”, no. 20
  • “Palabra”, no. 27
  • “Flecha, metal”, no. 30
  • “Paréntesis”, no. 39

El ensayo comenzaría a asomar entre sus géneros predilectos, se destacan en tal sentido:

  • Plástica y poética, no. 33
  • Sobre la inquietud cubana, (apareció en dos partes), nros. 41 y 43
  • El amauta José Carlos Mariátegui, no. 47

Escribió también artículos, desde la perspectiva de un intelectual que intentaba situarse en medio de los acontecimientos de su época manteniéndose fiel a la creación, su debate sobre el artepurismo, con el que rompe a partir de 1928, se manifiesta en estos artículos. Las principales problemáticas que resuelve Juan Marinello en la etapa estuvieron relacionadas con el papel del intelectual ante las necesidades colectivas, la relación de los intelectuales y el pueblo, los intelectuales y el socialismo, la posibilidad de desarrollar un arte al margen de la política y el tratamiento de los conflictos nacionales a través del arte. Fueron puntos focales, además, el problema del vanguardismo y tanteos teóricos sobre la autenticidad del arte: 

  • “Elogio del estudiante”, no. 3
  • “El insoluble problema del intelectual”, no. 7
  • “El momento”, no. 10
  • “Arte y política”, no. 18
  • “Meditación de Waldo Frank”, no. 42

Hubo también la publicación de fragmentos de una conferencia titulada: “El poeta José Martí”, en el no. 31.

Juan Marinello y la Revista Avance

Además de su labor en la revista como autor, no puede soslayarse que Juan Marinello fue un activo promotor y participante en los proyectos colaterales que organizó Revista de Avance, ellos fueron: la Exposición de Arte Nuevo, conocida como «Salón 1927«, y el sello editorial que con el nombre Ediciones avance publicó 14 títulos en tres años.

 La Exposición de Arte Nuevo fue una acción que si bien conceptualmente respaldaba el equipo editorial en pleno, tuvo como ejecutor principal a Martín Casanovas, quien además impartió las conferencias de inauguración y clausura.  La exposición respondía, según la sección “Directrices”, a la voluntad colectiva de 

«unir el esfuerzo de nuestros artistas jóvenes animados por la inquietud y el afán de nuevos horizontes, siempre que esa inquietud responda a una actitud substancial, no a una equívoca simulación».

En el no. 3, abril 15, aparece el primer anuncio de la muestra: El cartel «ARTE NUEVO«,  obra del artista  Eduardo Abela; y en el siguiente, la relación de artistas participantes: Domingo Ravenet, Eduardo Abela,  Rafael Blanco, Gabriel Castaño, Carlos Enríquez, Víctor Manuel García, Antonio Gattorno, José Hurtado de Mendoza, Luis López Méndez, Ramón Loy, Alice Neel, Rebeca Peink de Rosado Ávila, Marcel Pogolotti, Lorenzo Romero Arciaga, Alberto Sabas, José Segura y Adia M. Yunkers. 

La muestra se inauguró el  7  de  mayo de 1927, en los Salones de la Asociación de pintores y escultores, sita en Prado no. 44, y permaneció abierta hasta el 31 de mayo. Han quedado pocas huellas de la misma: un suelto promocional o invitación; el mínimo testimonio gráfico que ofrece revista de avance en varios Suplementos con grabados, y las conferencias de Martín Casanovas.  Se desconoce la existencia de algún catálogo. Sin embargo, el anuncio de la inauguración de esta exposición en Matanzas, a fines de junio, organizada por el grupo Minorista de esta ciudad, refiere que la muestra la integraban unas 130 obras.   

Revista de Avance anunció un ciclo de conferencias que se impartirían en la exposición. La que estuvo a cargo de Marinello fue: «La emoción de la poesía nueva«.  

El proyecto de un sello editorial se concretó con Ediciones avance.  Las obras publicadas bajo el mismo estaban destinadas a contribuir al desarrollo de las letras cubanas, y dar a conocer lo que se consideró nuevo y meritorio dentro de los escritores del momento. La narrativa y el ensayo fueron géneros privilegiados, y se publicó un total de 14 títulos, correspondientes a 11 autores,  entre 1928 y 1930.

Para este proyecto se siguió el criterio de suscripción previa puesto en práctica para la revista; la tirada era limitada, aun cuando estas podían ser adquiridas en determinadas librerías de la ciudad. Hoy día estas publicaciones pueden considerarse «raras«,  y sólo algunas bibliotecas antiguas poseen ciertos títulos: 

  • Ichaso, Francisco: Góngora y la nueva poesía
  • Mañach, Jorge: Indagación del choteo
  • Boti, Regino: Tres temas sobre la nueva poesía
  • Suárez Solís, Rafael: Molde imagen 
  • Carbó, Sergio: Un viaje a la Rusia Roja 
  • Marinello, Juan: Juventud y vejez 
  • Mañach, Jorge: Goya 
  • Botti, Regino: Kodak ensueño 
  • Montenegro, Carlos: El renuevo y otros cuentos 
  • Maestri, Raúl: El latifundismo en la economía cubana 
  • Chacón y Calvo, José Ma.: El documento y la reconstrucción  
  • Marinello, Juan: Sobre la inquietud cubana
  • Cardoza y Aragón, Luis: Torre de Babel
  • Florit, Eugenio: Trópico

Todos estos elementos muestran la actividad intelectual y de promoción que desarrolló Juan Marinello en la etapa de la Revista de Avance, ambicioso proyecto que marcó una huella indeleble en la cultura cubana.

Bibliografía:

  • López Hernández, Alina: El (des)conocido Juan Marinello. Estudio de su pensamiento político, Ediciones Matanzas, 2014.
  • Órbita de la Revista de Avance (Selección y prólogo de Martí Casanovas), Ediciones Órbita, 1964.
  • Revista de Avance: Edición Multimedia Facsimilar, Ediciones Cubarte, 2014.