Los Jardines de La Tropical constituyen un referente dentro de los sitios de recreo y esparcimiento que aparecieron en la ciudad en las primeras décadas del pasado siglo XIX. Con un diseño que recuerda a los grandes parques madrileños, con áreas de esparcimiento a los pies de una construcción que hace de ancla del complejo, integrando elementos atractivos para el disfrute de todas las generaciones de una misma familia.

Su construcción data de 1904 pero la historia de este complejo nos lleva a 1888 cuando la empresa Nueva Fábrica de Hielo S.A. fue constituida con un capital inicial de 22 mil pesos. El primer negocio de esta recién constituida empresa fue la elaboración de hielo. Tras un par de años difíciles gracias a la gestión personal de Ramón de Herrera y Gutiérrez, quien con su capital personal avaló diversas inversiones, esta sociedad comenzó a despegar pasando a poseer un capital de 300 mil pesos en 1890.

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Se compró el terreno en la ribera del río Almendares perteneciente a don Andrés Fernández, en el cual estaba incluido la fábrica que poseía este y que sería con posterioridad la Fábrica de Cerveza La Tropical. Al fallecer el primer presidente de la sociedad en 1896 fue electo su primo, don Cosme Blanco Herrera quien estuvo al frente de la compañía hasta 1918.

Sería bajo su mandato que a partir de 1901 la compañía se convierte en una potencia dentro del sector en La Habana. entre los grandes proyectos que llevó a cabo para la consolidación de esta empresa como marca indisoluble de la ciudad destaca la construcción de los famosísimos Jardines de La Tropical.

Jardines de La Tropical, el Edén de Puentes Grandes

En 1904 se terminan las primeras obras que permiten iniciar la explotación de la gran zona de recreo. Para ello se determinó realizar unos vastos jardines, semejantes a la zona de la Quinta de los Molinos, con zonas concretas de esparcimiento independientes entre sí como el Salón Ensueño -del cual con solo admirar las fotos se entiende el nombre-, el Salón Mamoncillo -erigido alrededor de un antiguo árbol de este fruto tropical- y el Salón La Cúpula -cuya majestuosidad era asombrosa para aquel período-. El encargado de llevar a cabo esta obra fue el arquitecto catalán Ramón Magriñá.

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Los Jardines de la Tropical en primer plano, más allá el Castillo y al fondo la fábrica de Cervezas de La Tropical

El concepto que es expande a lo largo de los Jardines es la imbricación total entre la naturaleza y la obra realizada por la mano del hombre con un marcado estilo rústico, en un esfuerzo admirable por respetar el espacio existente.

Destacaba el largo paseo de los bambús que recorría gran parte de la ribera del río Almendares y por supuesto, la joya Neo -Árabe conocida como El Castillo.

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Esta construcción, terminada en 1911, fue obra de Jaime Crunyas y está inspirado en la Gran Alhambra con sus arcos propios de la hoya de Granada, aunque también debemos mencionar que el diseño interior del techo está inspirado en otra gran obra de origen árabe situada en la península, la Mezquita de Córdoba. En esta edificación, que ejercía de centro de juego con mesas de billar y dados pero que no permitía apuestas, quedó reflejada la majestuosidad manifiesta de la empresa cervecera.

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Impacto en la sociedad habanera

El complejo empezó a recibir gran atención de todas las clases sociales de la sociedad de la época, por su cercanía a la ciudad que crecía en dirección al oeste se reunían en sus distintos salones a bailar la música del momento jóvenes de distintos estratos sociales, la mayoría de clase media trabajadora. Por allí desfilaron los más selectos miembros del universo musical de la nación, sirviendo de prueba de fuego para las orquestas de música popular del período.

En 1960 fue nacionalizada la Nueva Fábrica de Hielo y con ella todas sus propiedades pasaron a manos del gobierno de la nación. Esto provocó la destrucción paulatina de los espacios del complejo cultural, que si bien pertenecían a una compañía privada que los explotaba para su beneficio, representaban parte manifiesta de la memoria cultural de la ciudad. Muchas fueron las generaciones que pasaron allí los domingos en familia, que encontraron el primer amor o que se casaron en la instalación.

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La Terraza, otro de los lugares con encanto de los Jardines de La Tropical

Los principales elementos decorativos de la instalación fueron sucumbiendo ante la falta de mantenimiento y así se perdieron algunas joyas arquitectónicas. Se retiraron y posteriormente se fundieron las estatuas de los presidentes fundadores de la compañía que gestionaba el lugar en un intento de eliminar cualquier rezago pequeño burgués del entorno del lugar.

Pese a los intentos por recuperar la vida cultural en la zona, mención aparte a la idea de montar un restaurante llamado Madrid en el 2000 en la zona del Castillo que dañó seriamente la estructura original, la recuperación de sus años de esplendor es imposible y gran parte de la belleza paradisíaca del antiguo «Valle de San Gerónimo» es irrecuperable.

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Salón «El Mamoncillo», uno de los míticos rincones de los Jardines de La Tropical

No obstante dentro del marco de las festividades por los 500 años de La Habana se hicieron grandes avances en la recuperación del entorno de la zona, esperemos que continúe el interés por la recuperación y conservación de este pulmón cultural e histórico en el interior de la ciudad.