En fecha tan lejana como el año 1830, se estableció en el Paseo Militar o de Tacón (luego Carlos III y hoy Salvador Allende) el Jardín El Fénix que llegaría, con el paso de los años a convertirse en la más afamada y próspera florería de La Habana.

Estratégicamente situada en el recorrido habitual de los entierros que se dirigían al nuevo Cementerio de Colón por el célebre camino de San Antonio Chiquito y justo al frente de la desaparecida estación del Ferrocarril de Marianao, donde luego se construiría el Mercado de Carlos III; el Jardín El Fénix, ganó justa fama entre los habitantes de la ciudad por la calidad de los servicios y los arreglos florales que allí se confeccionaban.

La rosa de Catalina Lasa y el Jardín El Fénix

Como la inmensa mayoría de los comercios cubanos de los siglos XIX y XX, el Jardín El Fénix tenía ofertas para todo tipo de clientes, desde los más humildes hasta los más acaudalados; estos últimos harían por muchos años del establecimiento de la calle Carlos III su florería predilecta.

Sería en el Jardín El Fénix, donde el millonario cubano Don Juan Pedro Baró encargaría una rosa de diseño para su amada Catalina Lasa. Los propietarios de la florería aceptarían el pedido, a sabiendas de que se exponían a las represalias de sus clientes más importantes, los cuales despreciaban y se encontraban en una guerra a muerte contra Catalina, la cual había cometido la herejía de divorciarse para corresponder al amor de Juan Pedro.

El resultado del encargo al Fénix sería la llamada rosa Catalina, una de las variedades más bellas que existe y que luciría la distinguida dama en su ramo nupcial [1].

La propietaria de la florería a comienzos del siglo XX era la habanera Juana Martín, quien compartía a partes iguales su entusiasmo por las flores (de las que vivía) con el juego de dominó, que le llevaría a la tumba, pues moriría de un infarto durante una partida, aferrada al doble tres con el que pretendía «pegarse».

Anuncio publicitario del Jardín El Fénix
Anuncio publicitario del Jardín El Fénix, primera mitad del siglo XX. En él se puede observar la fecha de fundación del establecimiento

Sus hijos Luisa y Antonia, que heredarían el Jardín El Fénix, encargarían una jardinera de mármol a imitación del doble tres que colocarían a modo de tributo y recordación sobre el sepulcro de su madre en el Cementerio de Colón, que hasta el día de hoy es conocido como la «tumba del dominó» y constituye uno de los curiosos atractivos de la necrópolis.

Del Jardín a la Panadería «El Fénix»

Del imponente edificio original del Jardín El Fénix con su cúpula, columnas y pórticos de aspecto neoclásico nada queda hoy, pues fue derribado en la década del 30 del siglo pasado para construir uno nuevo de estilo art déco que se inauguró en 1937 y que aún se conserva con el No. 754.

Todo parece indicar que el negocio de la florería se mantuvo siempre (o por lo menos durante la mayor parte de su prolongada existencia) en manos de la familia Martin: En 1890 aparecía bajo la razón social de Carballo y Martín, siendo su propietario principal Antonio Martín Martín; y en el momento de su nacionalización sus propietarios eran los hermanos Hilda y Antonio Martín.

Desconoce el articulista hasta que año exacto se mantuvo prestando servicio el Jardín El Fénix, pero lo cierto es que hace ya mucho tiempo que el local dejó de cumplir la función original para la que fue construido. Tras cerrar la florería se instaló en el lugar una venta de helados frozzen, después una refresquera y luego (y hasta el día de hoy) una panadería de la Cadena Cubana del Pan.

Más allá de que se pueda considerar acertado o no, por los cambios que imponen los tiempos, el cierre de la que fuera la más importante florería cubana, con sus valores históricos y patrimoniales (sobre todo hacia lo inmaterial); lo que resulta más lamentable es el poco cuidado que han tenido las administraciones sucesivas del lugar en conservar, por sólo poner un ejemplo, los bellísimos logos pétreos que una vez ordenaron realizar sobre el piso de terrazo los propietarios de El Fénix [2]; y que han sido dañados por las reformas y modificaciones constantes en la estructura del edificio.

Notas y referencias

[1] Las fuentes difieren sobre el origen de la rosa Catalina en el Jardín El Fénix. Algunas afirman que fue el paisajista francés Jean Claude Forestier quien creó la variedad a solicitud de Juan Pedro Baró y otras que fue importada de Hungría por agentes del periódico El Fígaro a quien el millonario había comisionado.

[2] Sobre los logos del antiguo Jardín El Fénix se recomienda consultar «Jardín El Fénix» de Gonzalo Morán en el blog especializado Historias de Logos.