Toda corte mítica tiene su mago legendario, la Inglaterra de Camelot tuvo al poderoso Merlín, elfos y hombres al Maiar Gandalf, Hogwart al venerable Albus Dumbledore, y los Industriales a Germán Mesa, el «Imán«.

El Mago no impresionó a nadie cuando en 1984, con 17 años, llegó a los Metropolitanos: un negrito flaco, de estatura promedio, que pretendía ser short stop, no se le auguró una carrera importante. Gran error, cinco años después llegaba, para quedarse, al equipo Cuba.


Germán «El Mago» Mesa, la herramientas del genio.


El más grande torpedero que ha dado Cuba – y lo escribe un detractor de los azules-, llegó al equipo grande de La Habana en la temporada 1988-1989, como parte de una generación de estrellas que no ganó nada con el uniforme de los Industriales.

Pero todo mago tiene sus herramientas, trucos, hechizos que le ayudan en su lucha contra la adversidad, ¿cuáles fueron las de Germán Mesa?

Su gran poder fue el de la defensa, Germán era el defensor por antonomasia -tanto que su nombre ha terminado siendo sinónimo de seguridad-. En los momentos difíciles del juego todos querían que se bateara por él, porque ¡»por ahí no se batea«!

Si lo sabrá este escribidor, que recuerda como si fuera hoy cuánto deseó que en aquel juego histórico contra los americanos, Charles Jhonson conectara por Germán, y eso que a su derecha estaba el Niño Linares, con el Tigre Pacheco a la izquierda. Pero «El Imán» era otro nivel, era la convicción absoluta de que si pasaba por ahí, aunque fuera en el hueco, ese batazo sería out.

Luego estaba la confianza, era obvio que -defensivamente hablando-  Germán Mesa se sabía infalible, sino de qué otra manera nos explicamos esos tiros para primera base, sin mirar, y siguiendo para el banco a sentarse si habían dos out. Él mismo declaró, varias veces, que en muchas ocasiones mentalmente pedía que la conexión fuera por él. Esa es la tremenda certeza de saberse infalible.

Y completando su habilidad de defensa estaba la velocidad: el mago era rápido, con una capacidad de reacción que seguro estaba al nivel de los velocistas profesionales, lo que le permitía llegar más lejos que nadie. Para Germán Mesa no existía el hueco, lo mismo llegaba para la derecha, que para la izquierda.

Germán Mesa
Nunca fue Campeón Nacional como jugador, pero si como director

Además del poder anterior el mago tenía otro, que estaba casi al mismo nivel, y era el de «la oportunidad». Germán Mesa era un dolor de cabeza, si eras su contrario, el juego estaba cerrado y había hombres en posición anotadora, créeme, no lo querías en el home plate. Con el tiempo se upgradió y añadió fuerza a su habilidad de ser oportuno, lo que le permitió despachar más de 100 home runs.

El hechizo fundamental

Con los poderes antes descritos, el mago estaba en condiciones de desarrollar hechizos fabulosos, que encandilaran tanto a fans como a rivales.

Los outs en el hueco de tercera, casi en terrenos del right field, era uno de los más comunes, al igual que las corridas hacia segunda.

Pero su gran hechizo era tan complejo, tan cercano al arte en estado puro, que no podía hacerlo solo, y ahí entró Juan Padilla, el resto forma parte de las historias increíbles del beisbol cubano. Nunca antes se había hecho a un nivel tan perfecto, y nunca se ha repetido después, la magia del doble play artistico se retiró con ellos.

Germán Mesa, Industriales

Asumámoslo, muchos de nosotros íbamos al Latinoamericano solamente para verlos actuar, era como ir al teatro, o al cine. Tal vez no éramos conscientes de ello, pero acudimos hasta el estadio del Cerro para obtener deleite, y poder contarle luego a nuestros hijos: «yo esas jugadas las vi en vivo».

Eran tan perfectas, tan artísticamente logradas, que los aplaudían por igual tanto en la Habana como  en Santiago.

Germán Mesa

Pero en 1996 el mago sufrió, fuerzas oscuras se unieron en su contra y lo enviaron al ostracismo. Fueron dos años tristes, pues en la grama solo había deporte, ya no era arte. Volvió dos años después, tan misteriosamente como se había ido. Aún recuerdo el rugido del Latino cuando en el primer juego su nombre fue anunciado, creo que nadie ha recibido una ovación semejante tan solo por habérsele mencionado.

Más el arte suele ser perseguida, y Germán Mesa formaba parte de la mejor generación de peloteros que para este articulista ha tenido Cuba. Con el cambio de siglo, o el movimiento de las constelaciones, o simples mezquindades ajenas a la magia un día fueron borrados de golpe. Desde entonces, sin magos, niños, ni tigres todo ha sido peor.