Fidelio Ponce de León no existe oficialmente, a pesar de ser mundialmente conocido, quien existe es el Camagüeyano Alfredo Ramón Jesús de la Paz Fuentes Pons que nació un 25 de enero de 1895.

Alfredo desapareció un día de la tierra agramontina y ya solo se vio perderse entre alcoholes, pinceles, pueblitos y campos de Cuba al solitario Fidelio Ponce de León.

Se sabe que asistió a San Alejandro, pero no queda constancia de que haya sido un alumno muy asiduo, ni que se hubiese graduado. Solía decir que de arte no se sabe nada, se siente todo.

Bebió de las influencias plásticas europeas sin haber salido nunca de Cuba. Fue un autodidacta con un fin único en la vida, pintar.

Lo que solía hacer a gatas sobre los lienzos, profundamente borracho, casi siempre hambriento. Dicen que despertaba y dormía y volvía a despertar varias veces sobre cada lienzo mientras trabajaba.

No tuvo casa fija, vivió en hoteles de mala muerte, en trastiendas de comercios que así pagaban el -hoy lujazo- rótulo que les hacía.

Su primera exposición personal Lyceum no se produce hasta 1934, y fue una revelación inclasificable. Esos trazos fantasmales blancos, grises, ocres, monocromos que daban lugar a temas clásicos, ajenos por completo a tendencias nacionalistas u otros atavismos, serían su sello identificativo.

La rotura de los moldes académicos y establecidos, buscando ese algo más que debe ser el arte tal vez haya sido, subconscientemente, el objetivo de su vida.

Fidelio Ponce de León
Fidelio Ponce de León

Pero Fidelio Ponce era un solitario, un gitano de alma triste, que se supo desde un inicio marcado por la muerte, de ahí nace Tuberculosis, obra de los años 30, uno de sus cuadros más desgarradores.

No le queda claro a este articulista que ya en la década del 30 el pintor tuviese la enfermedad, a pesar de que esta es la versión más extendida. La vida de Fidelio Ponce de León era poco saludable, alternaba entre la adicción al alcohol y la soledad, pasando periodos de trashumancia por los campos de Cuba. Hacía 1948 había logrado dejar la bebida, como declaró en una entrevista para Bohemia, Pero aún así no parece un modo de vida que le haya permitido sortear hasta su muerte en 1949 una enfermedad como esa.

Hoy Fidelio es uno de los grandes pintores de esa época, pese a que su obra no refleja en nada el gusto por el color de su generación.

Para algunos, como la pintora cubana Gina Picart, es el más grande pintor cubano de todos los tiempos, en la página de la artista se puede leer lo siguiente en un artículo dedicado a Fidelio:

… hasta cuando pintaba niños parecía atrapar sus almas más que sus cuerpos, sus astrales más que su material encarnadura.

Gina Picart. Tomado de su blog.

Tal logro, según entiende este escribidor, es una cualidad solo de los maestros y la finalidad última de la pintura, atrapar sentimientos.

Su mujer y el médico Alfredo Antonetti estuvieron a punto de salvarlo, de hecho -cuando lo entrevista Bohemia en 1948- los resultados de las pruebas hablaban de que la enfermedad había remitido. 

Vivió pobre, dependiendo de las clases de pintura que a veces daba, pero que casi nunca cobraba,  y del favor de supuestos mecenas que le pagaban escasamente cuadros que hoy valen millones, y que entonces revendian a galerías norteamericanas en decenas de miles. 


Solía decir que hay personas a las que por nada del mundo les vendería un cuadro, pues le daba la sensación de que querían comprarle el alma.


Fidelio Ponce de León no tuvo la suerte de heredar nada de algún familiar difunto, como Carlos Enriquez, el otro díscolo genial de su época, tuberculoso y mal vestido terminó tempranamente con este mundo, y sin haberse metido jamás en política su obra tal vez sea la más revolucionaria de este país en el siglo XX.

Galería Interactiva Fidelio Ponce de León