Enriquito Díaz nació en un campo de béisbol, concretamente en El Pontón de Centro Habana. No importa que la aseveración anterior sea incorrecta, cualquier amante del pasatiempo nacional la entiende. Hay jugadores así, capaces de de hacer posible lo que algunos ni siquiera se plantean, por talento, tozudez o una rara mezcla de ambas y Enriquito Díaz pertenece a ese selecto club.

Aunque el terreno, siempre volátil, le devolvió a Enriquito Díaz algunas de las lágrimas derramadas, no hay título individual o colectivo que le haga justicia mejor que el recuerdo entusiasta del público capitalino; testigo durante 26 años de su entereza al defender los colores de la capital.

El guerrero del silencio

El estelar jugador, símbolo de compromiso, nació en La Habana el 2 de septiembre de 1968, pero como veremos, la edad en Enriquito Díaz es el último de los elementos a tomar en cuenta en la ecuación que mide su grandeza como pelotero.

Otros elementos, intangibles en este caso, a tener en cuenta son su carácter afable, la inteligencia para expresarse en cada entrevista y su camaradería con los rivales sin que pueda llevar a equívocos, porque Enriquito era de los que dejaba todo en el terreno.

Enriquito Díaz, símbolo de Metropolitanos

Así fue desde sus inicios en la Serie Nacional (86/87) hasta la última (2011/2012) marcada por la desaparición de los Guerreros de Metropolitanos, equipo al cual le había consagrado algo más que su alma. Como la suya fue una carrera en silencio, tuvo menos reconocimientos que méritos como lo demuestran los números, y hago aquí una aclaración, ser constante y comprometido con lo que significa jugar al béisbol (o haberse quedado en Cuba como le pueden llamar algunos) no es motivo de rubor.

Veintiséis temporadas representan un sacrificio total y la consagración de media vida a una actividad, sea la que sea, que merece reconocimiento por sí mismo, pero si no fuese suficiente, con 44 años Enriquito Díaz terminó su carrera en Series Nacionales poniendo línea ofensiva* de .282/.426/.746 en la SN 50 y .263/.384/.679 en la SN 51.

Sin pretender que Enriquito Díaz jugara hasta ser abuelo, fue sin dudas un jugador que rindió con suficiencia hasta el último out, así que solo podemos elogiar su longevidad y productividad como lo que fue: uno de los mejores jugadores capitalinos de todos los tiempos. Le dejo el ranking a otros, en el mío está bien arriba.

La Bala de Centro Habana

Enriquito Díaz llegó a los Azules de la capital, el equipo insignia de la pelota cubana, después de haber jugado 15 temporadas en los Metropolitanos, el considerado segundo equipo o equipo trampolín de peloteros de los Industriales, pero del cual se había convertido en figura indiscutible desde su temporada de debut cuando fue el líder en bases robadas del campeonato. 

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¿Podía llegar a un roster de grandes ligas con su conjunto de habilidades? No merece la pena entrar en el campo de la exageraciones pero el combo de velocidad, tacto y astucia de Enriquito sería bien valorado en las franquicias modernas.

Comenzaba así el recorrido beisbolero del conocido hombre récord de la pelota cubana, que culminaba con Enriquito Díaz encabezando varias categorías a nivel nacional (hits, anotadas, bases robadas y triples). Sin embargo algunos de los mejores momentos de la “Bala de Centro Habana” coincidieron con los estelares segundas bases Juan Padilla (en Industriales y en las series selectivas con Ciudad Habana), Antonio Pacheco, Oscar Macías, Yobal Dueñas y posteriormente Yulieski Gourriel, opacando en cierta forma la carrera de Enriquito.

Sin embargo por las propias características del menudo antesalista (velocidad, inteligencia, contacto y versatilidad con el bate para batear por detrás del corredor) los técnicos, que primaban bateadores de poder, no le tomaron en cuenta para integrar las distintas escuadras nacionales.

Sin dudas en un béisbol moderno sus habilidades serían mejor valoradas y su talento ponderado, pero ahora de nada vale lamentarse, es momento de recordar a un jugador único, cuya entrega y amor al béisbol se mantuvo integrando los equipos capitalinos , esa deuda no es de Enriquito, acaso de aquellos dirigentes que con sus decisiones han sumido al pasatiempo nacional en una nave de éxodo permanente que ha perdido la conexión con el público y que ha dejado de ganar torneos internacionales. 

El guerrero rojo

La temporada de 1993 marca el primer gran momento de Enriquito Díaz al robar 55 bases, un récord que cada día se hace más irrompible por las características del béisbol actual. En aquellos maravillosos Metropolitanos de comienzos de la década de los noventa que se metieron en Play Off en dos oportunidades, Enriquito se convirtió en la bujía de la tanda poniendo números de primer bate constante, entre sus sólidas campañas cabe destacar la capacidad para tener más bases por bolas que ponches (strikes out).

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De este período casi todos los amantes al béisbol recuerdan el gran Play Off que brindaron los enemigos íntimos de Industriales y Metros en la Serie Nacional 39 (1999-2000). En aquella postemporada -marcada por la sombra de las presiones para que ganaran los Azules de la capital-, la realidad es que los siempre combativos Metros estuvieron a cuatro outs de dar la gran sorpresa y barrer a los Industriales.

Aquellos Metros que llenaron el Latino durante la semifinal occidental contra los Industriales estaba conformado por futuros estelares de los Azules como el propio Enriquito, Rudy Reyes, Yoandry Urgellés, Bárbaro Cañízares, Joel Galarraga, Doelsis Linares, Yadel Martí y otros que levantarían el título nacional en el 2003 con los Leones.

Enriquito Díaz, rojo y azul

Llegaría a los Industriales de la mano de Rey Vicente Anglada en la Serie Nacional 41. En su primera temporada con los Leones fue primero en comparecencias al bate, segundo en bases por bolas (80), bases robadas (29), octavo en carreras anotadas (71) y puso línea general de .308/.442/.792, redondeando con 109 hits (el líder Luis Felipe Rivera puso récord entonces con 136), 40 CI y 46 SO.

En los Play Off no se pudo hacer justicia bateando .143/.250/.393 con apenas una base robada, una impulsada y una anotada. El fatídico momento para Enriquito vino con el guante, cometió el único error de los Azules, a la postre terrible, pues fue cuando Industriales estaba a un out de la victoria. Aquel momento quedó marcado en la carrera de Enriquito al punto que le llevaría a pensar en el suicidio (estamos hablando de una persona comprometida para la cual su vida giraba alrededor de la pelota).

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Aquel error, como reza el axioma beisbolero, tuvo consecuencias fatales para la temporada azul pues «después del error viene el batazo» y tras pifiar sobre rolling de Juan Carlos Linares abriendo el inning, fallaron a continuación Omar Linares y Yobal Dueñas. Con dos outs en la pizarra y a punto de empatar la serie contra los Vegueros llegó el palazo de Daniel Lazo por el jardín derecho al cerrador Amaury Sanit.

Los Vegueros se ponían delante en el Latinoamericano 4 carreras por 3, llevándose finalmente el partido y la serie, ante un equipo azul en la última temporada de jugadores insignias como los Lázaros, Vargas y Valle como queda reflejado en el magnífico documental «Fuera de Liga» de Ian Padrón.

La gran revancha

Después de un final de campaña terrible para el ánimo y el espíritu del incombustible Enriquito Díaz, -en el cual llegó a pensar en el suicidio y lo repito porque a veces olvidamos que los deportistas de alto rendimiento son también humanos susceptibles a las emociones-, la Serie Nacional 42 (2002-2003) representó la gran oportunidad para «la bala de Centro Habana». La presión de fallar en su gran oportunidad con los Azules le había dejado secuelas psicológicas.

Sin embargo los grandes siempre vuelven, como se suele decir, la vida va de levantarse y el esfuerzo se ve recompensado. En dicha Serie Nacional partió el bate y se comió el campo, hasta ser elegido mejor segunda base ofensivo y defensivo, alcanzando además las 100 carreras anotadas (récord nacional entonces).

Se dio desquite contra Pinar del Río en los Play Off robándose su base número 600 (19 de abril del 2003) y finiquitando con un doble play la serie sobre Daniel Lazo (verdugo de los azules el año anterior). En la final no hubo color, las Naranjas Explosivas de Víctor Mesa fueron barridas ante la tropa del Rey Anglada. Enriquito Díaz levantaba su primer título nacional después de 16 temporadas como pelotero, éxito que repetiría al año siguiente en la cual volvió a lucir en las Finales.

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Imagen de Enriquito Díaz en Confesiones de Grandes

Aquella temporada del 2003 Cuba participó en tres eventos internacionales. Enriquito Díaz no fue convocado a ninguno de ellos, fue una magnífica oportunidad de recompensar a un jugador que no fue el mejor pero que vio como otros recibían mayor atención y reconocimiento con menores méritos. Sin embargo, Enriquito guarda con alegría el Mundial Juvenil de 1985 y el doble tope contra los Orioles de Baltimore en 1999 como los momentos en los cuales defendió el uniforme de las cuatro letras.

El hombre récord

Aunque ese primer título con los Azules del año 2003 fue lo que posibilitó el reconocimiento general a su carrera, su rendimiento no decayó. Al título del 2003 y 2004 añadiría otro en el año 2007, antes de abandonar a los Leones. Además antes de volver a los Metros conseguiría superar el récord total de triples de Evenecer Godínez y comenzaría una cacería por el de hits totales que pertenecía al «Capitán de Capitanes» Antonio Pacheco.

En la SN-49 el veterano Enriquito Díaz volvería a los Metros. A sus cuarenta años aún tenía algunas metas que cumplir, además del deseo insaciable de jugar béisbol. Aquí permanecería hasta su retirada y durante este último viaje conseguiría, curiosamente ante Industriales, convertirse en el jugador capitalino con más hits como antesala del absoluto de la historia nacional.

Enriquito Díaz se retiró siendo el líder absoluto de siete departamentos ofensivos, ganando además 5 torneos provinciales con Centro Habana y después de encabezar 9 veces la liga en bases robadas

Serie NacionalBases Robadas
3255
3353
3422
3535
3738
3935
4044
4228
4320

Lo que parecía imposible ocurrió, y Enriquito Díaz se retiró definitivamente ante la desaparición del equipo Metropolitanos, del cual se había convertido en símbolo absoluto.

El carácter de ese equipo, ridiculizado a veces por el interés de potenciar a los Azules, conspiró contra el desarrollo de la identidad que se había forjado durante las buenas temporadas de los años noventa. Enriquito Díaz (como queda de manifiesto en el magnífico documental de Yasel Porto) representaba lo que debía ser el equipo; esfuerzo, talento, astucia y deseo de mejorar, quienes cortaron el sueño no pensaron en los ideales intangibles que rodean este grandioso deporte.

Algunas grandes temporadas con los Metros.

En la SN 35 bateo .378/.477/.996 fue líder en triples (8), bases robadas (35) y comparecencias al bate. Pero su rendimiento le colocó además como segundo en CA con 76 (empatado con el líder Juan Manrique), sexto en hits (102 a cuatro del líder Reemberto «Panterita» Rosell) y noveno en OBP con excelente .477 (el líder fue Omar «el Niño» Linares con un estratosférico .579).

En la SN 36 los Metros quedaron 5tos (entonces solo cuatro equipos iban a Play Off) y Enriquito Díaz bateó .300/.403/.818 con 32 BR, 49 CA, 38 BB y 33 SO. El año siguiente, SN 37, se metieron en postemporada pero perdieron contra el Habana. En la temporada regular Enriquito Díaz bateó .301/.403/.799 con 104 H, 58 CA, 38 BR, 51 BB, 48 SO y unas sorprendentes 43 CI (cuarto detrás de Juan Antonio Torriente y Antonio Scull y empatado con Iván Correa).

*-Las estadísticas muestran el average, el porcentaje de embasado y el OPS (porcentaje de embasado más Slugging).