Emilio Sabourin es un pionero del beisbol, como Esteban Bellán, un patriota laborante, como Juan Gualberto Gómez, y un hombre de familia, como cualquier cubano decimonónico.  Su vida, de gente noble, tuvo un final que no merecía.

Habanero, del entonces naciente barrio del Vedado -donde vio la luz un 5 de septiembre de 1853-, fue uno de los hijos del amor de un francés con una criolla. No se conoce nada sobre el ambiente familiar, pero algo de las ideas progresistas de la Revolución Francesa debe haber imperado, pues tanto Emilio como sus hermanos se dieron a la causa de Cuba, y al menos dos de ellos murieron en la guerra -la grande al parecer.

Tal vez por la propia guerra, o por la costumbre de los cubanos acomodados de enviar a sus hijos a estudiar al exterior, Emilio Sabourin fue mandado a los Estados Unidos, al parecer para cursar una ingeniería y como otros antes, en tierras norteñas se enamoró del beisbol.

emblema y sc3admbolo del club habana de bc3a9isbol

A su regreso a Cuba es uno de los fundadores del mítico Club Leones de La Habana, y claro está, unos de los hombres que alinearon en el histórico juego del Palmar de Junco, del que hasta hoy se discute si fue el primer juego oficial del beisbol cubano. En ese desafío se desempeñó como jardinero izquierdo y octavo bate, anotando 8 carreras, siendo el máximo anotador por los Leones. 

Palmar de junco
Palmar de Junco

Pero Emilio Sabourin fue mejor director que jugador -como se aprecia en la tabla siguiente-, pues en siete temporadas conectó solo dos extrabases y bateo apenas 208, lo cual incluso para la época era bajo.  Como director fue bien distinto, es uno de los manager más ganadores de los Leones en toda su historia, atendiendo a que se impuso en 76 de los 120 desafíos en que participó, para un excelente average de 617.

Emilio Sabourin

Su condición de manager del Habana le permitió realizar el grueso de su actividad como laborista,  pues Emilio Sabourin fue un conspirador, uno de esos miles de hombres anónimos que desde las ciudades ayudaban al Ejército Libertador. 

Una vez más el velo de lo desconocido cae sobre esta faceta de su vida, no sabemos mucho de la posición que tenía en el organigrama laborante, pero por inferencia este autor asume que debe haber gozado de cierta importancia, pues entre sus actividades más sobresalientes está darle refugio al General Lacret Morlot cuando desembarca clandestinamente en La Habana y posteriormente es uno de los participantes en el frustrado intento de rescate al Mayor General Julio Sanguily, preso en la fortaleza de La Cabaña.

Las acciones anteriores son los picos espectaculares de una labor de hormiga,  porque la tarea que más tiempo le ocupaba era, usando el dinero recolectado con el pretexto de los partidos de béisbol, comprar armas defectuosas en los cuarteles de la pirotecnia del ejército, que luego arreglaban para enviar a los campos de Cuba Libre, además del acopio de municiones, de las cuales al menos 4500 estuvieron guardadas en su propia casa 

Analizando su vida, y las sombras que sobre gran parte de ellas se ciernen, este autor se cuestiona el juicio celebrado a Emilio Sabourin, el mismo es conocido como Causa de la Pirotecnia Militar, y según las fuentes es enjuiciado por su participación en el intento de fuga de Sanguily, motivo por el cual se encontraba detenido desde el 15 de septiembre de 1895. Solo sugerir que, según mi criterio,  existe la posiblidad de que el juicio haya sido más abarcador que el simple motivo del arresto, sobre todo teniendo en cuenta que el acusado encabezaba un grupo que llevaba tiempo comprando armas en los propios cuarteles de la pirotecnia militar.

Sea cual fuere el motivo del juicio Emilio Sabourin fue condenado, en febrero de 1896, a cadena perpetua -originalmente era pena de muerte-,  comienza así el largo y lejano calvario del pelotero laborista.

Emilio Sabourin la triste agonía de un epílogo

Su sentencia comienza a hacerse efectiva en la fortaleza de La Cabaña, donde está recluido poco más de un año, hasta que es trasladado, junto a otros patriotas al temible Castillo del Hacho, en Ceuta.

Ese traslado fue la sentencia de Sabourin, pues las condiciones de salubridad, en los pabellones de su nueva prisión, eran pésimas, y la humedad del lugar elevada. Con esos ingredientes, más el desgaste de los trabajos forzados, la Tuberculosis no tardó en aparecer.

Emilio Sabourin

Fallecería por ello el 5 de Julio de 1897, apenas dos meses antes de cumplir 44 años de edad. Dejó esposa, hijos, y un largo e importante capítulo en la historia del beisbol en Cuba.

La terrible agonía de sus últimos días, fue recogida por su compañero de presidio, el patriota Juan Gualberto Gómez, y plasmada en una desgarradora crónica que describe, casi al detalle, el tremendo precio que por sus ideas pagó Emilio Sabourin, el pelotero laborante.