El convento de Belén es una de las obras monumentales de La Habana Vieja que resultan más reconocibles para quienes la recorren. El famoso Arco de Belén, una de las construcciones más fotografiadas de la ciudad, es seña de identidad de la construcción junto con su Observatorio Meteorológico.

Esta edificación es también conocida como el Convento, Iglesia, Observatorio y Hospital de Convalecientes de Belén debido a los múltiples usos que ha tenido a lo largo de sus más de tres centurias de existencia.

Nuestra Señora de Belén (o Bethlem)

En estos terrenos existió una ermita -consagrada en 1695- y que en palabras de Félix Arrate, uno de los primeros historiadores de La Habana, en su libro Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales (publicado en 1876 pero escrito en la segunda mitad del siglo XVIII) y fiel a la tarea de rescatar parte de las primeras memorias de La Habana, era un edificio rectangular, con veinte y cuatro varas de longitud, diez de latitud de fuera a fuera y ocho de altitud.

Obispo Diego Evelino de Compostela
Obispo Diego Evelino de Compostela

Esta edificación estaba ya en los terrenos que pertenecían al Obispo Diego Evelino de Compostela, quien tenía una pequeña finca de recreo conocida como San Diego que servía como acogida a los enfermos al salir del hospital, cuando este legó a los betlemitas el terreno situado entre las actuales calles de Compostela, Luz, Acosta y Picota.

Una vez tomaron posesión de la propiedad procedieron en 1704 a solicitar los permisos pertinentes para ampliarla, proceso que se extendió más o menos hasta 1718 fecha en la cual se considera inaugurado el Convento de Belén y Hospital de Convalecientes.

Juan Francisco Carballo
Juan Francisco Carballo

Para levantar la obra se hizo imprescindible la donación de los vecinos y el aporte personal del Ilustrísimo Don Diego, junto a las generosas aportaciones del alférez Juan Francisco Carballo, rico comerciante, que herido de muerte donó el dinero íntegro del primer claustro y parte de la iglesia. Algunas fuentes apuntan que los restos de Carballo descansan en la iglesia del convento de Belén, práctica común en los enterramientos de la época como mencionamos hace un tiempo (para leer más sobre los enterramientos en La Habana pinche aquí).

Por esta época se fundó la antigua escuela de Belén, único centro de instrucción gratuita de la época, que llegó a acoger hasta a 500 niños, y que además proveía alimentación a las personas más desamparadas de la sociedad.

Otra de las instituciones educativas para edades tempranas era el elitista Colegio de San José, o de San Ignacio, (situado en las dependencias del actual Seminario de San Carlos y San Ambrosio). Este centro de enseñanza era manejado por la Compañía de los jesuitas hasta que estos fueron expulsados en 1767, como le sucedería posteriormente a los betlemitas.

Vista lateral del convento de Belén, se observa en la esquina inferior izquierda el famoso arco de Belén, único de su tipo en la ciudad
Vista lateral del convento de Belén, se observa en la esquina inferior izquierda el famoso arco de Belén, único de su tipo en la ciudad

El convento de Belén y los jesuitas

La orden de Belén fue despojada de sus derechos por orden del tribunal de Cádiz en 1820, pero estas órdenes no fueron ejecutadas hasta 1842 cuando los betlemitas fueron expulsados definitivamente del convento. La sanción venía por atender a soldados convalecientes de las guerras independentistas contra la corona española.

Dicha orden, Hermanos de Belén, fue de las primeras fundadas en el Nuevo Mundo en 1653 en Guatemala por el Santo Hermano Pedro de San José Betancur. A día de hoy es la única Orden religiosa fundada en América que continúa su labor (Orden de la Caridad de San Hipólito, establecida en México, fue la primera, pero fue suprimida en el Siglo XVII).

Con los betlemitas desaparecieron el Hospital de Convalecientes del cual Jacobo de la Pezuela escribió «es cómodo, ventilado y espacioso», y la primera escuela gratuita de primeras letras de la ciudad.

La propiedad del convento de Belén quedó entonces en manos del gobierno español (excepto la iglesia que permaneció en total abandono) que ubicó allí al Segundo Cabo y a un batallón de infantería hasta que por Real Cédula del 26 de noviembre de 1852, la Reina Isabel II autorizó a la Compañía de Jesús (Jesuitas) la fundación de un nuevo colegio en La Habana. Es así que llegan los padres jesuitas a esta edificación donde radicó el famosísimo colegio de Belén donde estudió gran parte de los jóvenes de las clases más pudientes de la sociedad habanera hasta su traslado a la nueva edificación de Mariano.

Usos en el tiempo

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Una vez inaugurada la nueva sede el antiguo convento quedó arrendado al estado que le dio distintos usos oficiales para la secretaría de Gobernación, lo que sería en la actualidad Ministerio del Interior. En la fachada que da a la calle Acosta radicó la Academia Nacional de Artes y Letras y desde enero del 59 ha realizado diversas funciones de carácter gubernamental.

En la actualidad es sede de la Dirección de Asuntos Humanitarios supeditada a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, dicha entidad fue fundada en 1997 y presta atención a ancianos, niños, jóvenes y personas con algún grado de dependencia mitigando sus problemas sociales con servicios de rehabilitación física, talleres y diversos programas socioculturales.

Joaquín Albarrán, eminente médico cubano fue uno de los alumnos fundadores
Joaquín Albarrán, eminente médico cubano fue uno de los alumnos fundadores

Sobre la historia del convento como Observatorio Meteorológico hablaremos en entradas futuras.


Bibliografía consultada:

Weiss, Joaquín: La arquitectura colonial cubana de los siglos XVI al XIX

Ramos Guadalupe, Luis Enrique: Belén, el célebre observatorio de los jesuitas en La Habana, aparecido en la Revista Opus Habana de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Álbum conmemorativo del Quincuagésimo aniversario de la fundación en La Habana del Colegio de Belén de la Compañía de Jesús. 1854-1905.