Resulta poco conocido que un número significativo de negros esclavos, que pelearon en La Habana contra los ingleses en 1762, fueron liberados por el rey de España en recompensa por los servicios prestados a la corona.

Que los negros esclavos obtuvieran la libertad por servir como soldados venía ocurriendo desde la instauración de la esclavitud en la Isla, como bien lo demuestra el caso Salvador Golomón, que relata Silvestre de Balboa en su Espejo de Paciencia.

El negro José Antonio por todos los esclavos

Sin embargo, el caso del negro José Antonio, que participó en la defensa de La Habana durante el sitio inglés de 1762, resulta en extremo interesante.

Herido en combate, capturado por los británicos y llevado a Jamaica junto a otros esclavos, se fugó de esa isla y se presentó al Capitán General Conde de Ricla, pidiendo que se le declarara libre.

Tan mezquina como interesante resulta ver la posición asumida por su dueño, que se resiste a perder la propiedad del esclavo; y sorprendente la del Marqués de la Torre, sucesor del Conde de Ricla, que argumenta a favor del negro José Antonio y remite el caso para que decida el Rey.

La respuesta del monarca español, condicionada, sin dudas, por la petición del Marqués de la Torre, es conceder la libertad a todos los negros esclavos que se enfrentaron a los ingleses; lo que causó consternación entre los amos de los mismos, pues no era pequeño el número de estos.

Libertad que fue concedida por Real Cédula, fechada en San Idelfonso el 6 de septiembre de 1766 (cuatro años después del ataque inglés) y que decía lo siguiente:

El Rey.

Gobernador Capitán General de la Isla de Cuba y Ciudad de San Cristóbal de La Habana.

En carta de 7 de abril de este año disteis cuenta con testimonio de que José Antonio Milán, negro criollo, esclavo de Don Miguel Izaguirre vecino de la enunciada ciudad fue aprehendido en La Cabaña durante el sitio de las armas británicas, estando empleado en mi Real Servicio, que se le destino al general de mar Don Guillermo Keppll, quien lo condujo a la Isla de Jamaica, de la que hizo fuga en tiempo de paz, y se pasó a Cartagena y de allí a esa mencionada ciudad manifestando el ánimo de vivir entre católicos.

Que en 8 de mayo de 1765 de presentó al Conde de Ricla vuestro antecesor en esos cargos, ofreciendo información de esos sucesos, y en su consecuencia, pretendió ser declarado por libre, así por el mérito adquirido en la defensa de esa Plaza, en la que fue herido de una bala, como por haberse vuelto fugitivo en solicitud de la Religión.

Que su antiguo dueño contradijo a esta instancia, y sustanciada la causa, la remitisteis a mis reales manos, suplicándome que, en atención a la gravedad del asunto y comprender el testimonio de ellas otras muchas pendientes de la misma naturaleza, me dignas preveniros lo que debía practicar, y que fuese de mi Real agrado.

Y vvisto lo inferido en mi Consejo de Indias, con lo que en su inteligencia expuso mi Fiscal; ha parecido declarar, como declaro que el mencionado negro José Antonio debe quedar en libertad, y los que se hallare en idéntico caso y circunstancias, lo que tendréis entendido para su puntual cumplimiento por ser así mi voluntad.

Fecha en San Idelfonso a 6 de septiembre de 1766.

Yo, el Rey