El 22 de marzo de 1934, el gobierno de la República de Cuba dictó el Decreto-Ley número 93, disponiendo la acuñación de 10 millones de discos plata de un peso y la impresión de igual suma en billetes “Certificados de Plata”, cuya emisión estaría garantizada por la citada moneda.

Este decreto disponía que los valores a emitir por la Tesorería General de la República serían de 1, 5, 10 20 y 50 pesos, determinando, además, las figuras que se reproducirían en sus anversos, todas ellas de insignes patriotas de nuestras guerras independentistas.

Primeros certificados de plata

Estos billetes, firmados por el Secretario de Hacienda y el Presidente de la República, tienen unas dimensiones de 156 x 67 mm, fueron impresos por el United States Bureau of Engraving and Printing, Washington, (USBEP), y llevan en su parte central inferior del anverso la leyenda siguientes:

“Este certificado, cuyo valor en plata acuñada está depositado en la Tesorería General de la República, será aceptado, sin limitación, en pago de los impuestos del estado, la provincia y el municipio”.



Con posterioridad se hicieron emisiones en los años 1936, 1938, 1943, 1945, 1948, ampliándose la denominación a 100, 500 y 1000 pesos.

Los certificados de plata, amparados por las sucesivas emisiones de pesos plata ABC hasta 1939, provocaron la fuga continuada del metal precioso del país al aumentar su cotización en el mercado mundial.

Estos billetes tienen que ser sustituidos en 1949 a la carrera por otros en los cuales la obligación de entregar los discos de plata se limitaba a las transacciones realizadas entre 1.00 y 5.00 pesos como cambio de la misma. Los billetes fueron canjeados en su totalidad y destruidos en los hornos de la central eléctrica de Tallapiedra, en las cercanías de la bahía de La Habana.