Hace muchísimos años, cuando ni a las casas más ricas de La Habana llegaba el agua por cañerías, la ciudad entera debía beber en el Callejón del Chorro.

Hoy la estrecha callejuela, que nace en uno de los extremos de la Plaza de la Catedral, se encuentra truncada tras apenas 30 metros de adoquinado por una casona, pero en lo siglos XVI y XVII, el Callejón del Chorro era una vía continuada desde su nacimiento en la calle San Ignacio hasta su fin en la de Compostela.

¿Por qué Callejón del Chorro?

En sus primeros dos siglos de existencia el Callejón del Chorro sólo era interrumpido por los puentes que existían sobre las calles Habana, Aguilar y Cuba y que permitían salvar el obstáculo que representaba el canal que abastecía de agua a La Habana desde el río Almendares.

Callejón del Chorro
Tarja en la intersección de las calles San Ignacio y Callejón del Chorro en la que se recuerda al gobernador Juan de Tejada, bajo cuyo mando se terminó el primer acueducto de la ciudad

Como entonces al río Almendares se le conocía como «de la Chorrera«, al destino final donde conducía el canal que se servía de sus aguas los vecinos de La Habana comenzaron a llamarlo como «del Chorro«.

Antes de que fuese utilizada para conducir el ramal de la Zanja Real que terminaba en la Plaza de la Catedral, la vía que se conoció luego como Callejón del Chorro era llamada «del Jagüey», probablemente por la cisterna que allí se construyó en 1587 para almacenar el agua de la villa de San Cristóbal.

El agua que llegaba desde el río Almendares era represada en el espacio que luego ocupara la Casa de Baños, para que pudiera ser utilizada por los vecinos de la villa. El líquido sobrante atravesaba la Plaza de la Catedral, que en sus primeros años se llamó «de la Ciénaga» y terminaba en el mar a través del Boquete.

La Zanja Real dejó de conducir agua a través del Callejón del Chorro a partir de la segunda mitad de la década de 1830, cuando entró en funcionamiento el Acueducto de Fernando VII.

A partir de entonces los canales que llegaban hasta el Callejón del Chorro y los espacios que eran destinados para el almacenamiento de agua quedaron libres para poder ser dedicado a otras funciones.

Memoria histórica de un callejón

Para que nadie en La Habana se olvidará de gracias a quien la ciudad tenía agua, las autoridades españolas mandaron a colocar una tarja de mármol en la que todavía se puede leer lo siguiente en castellano antiguo:

Esta agua traxo el Maesse de Campo

Jvan de Texeda

Anno de 1952

La lápida anterior tenía una cruz en medio que dividía la inscripción. La antigua casa donde se encontraba la tarja del Callejón del Chorro fue demolida en 1910 por lo que fue trasladada para su localización actual en la intersección de la calle San Ignacio y el Callejón.