Entre los medios proyectado por el ingeniero Juan Bautista Antonelli, la cadena del puerto, utilizada para cerrar la entrada de la bahía fue uno de los más eficaces.

Se extendía entre las fortalezas del Morro y la Punta y se complementaba con al menos tres embarcaciones cargadas con materiales inflamables y/o explosivos que los defensores podían hacer arde en caso de que algún enemigo pretendiera forzar la entrada del puerto.

La cadena del puerto… Una idea bastante antigua

Ya en fecha tan temprana como 1595, el gobernador Juan Maldonado, conocedor de las cercanías del corsario inglés Francis Drake, tomó la providencia, tomó la providencia, entre otras medidas, de colocar buques cargados de material inflamable a la entrada de la bahía.

Sin embargo, no sería hasta 1630 que se colocaría por primera vez la cadena del puerto y precisamente de cobre, como había señalado Antonelli que debía ser debido al efecto corrosivo del agua de mar sobre el hierro.

Una década después, por primera vez en la historia habanera, ante el temor de un ataque holandés, coincidieron por primera vez a la entrada de la bahía, los improvisados brulotes con la cadena del puerto.

El gobernador Dionisio Martínez de la Vega sería quien, en 1726, sustituiría la cadena de cobre por una de hierro, compuesta de tres ramales y sostenida por gruesos maderos que, en su correspondencia con España, informó sería «invencible».

La cadena a prueba… el ataque inglés de 1762

Finalmente la cadena del puerto sería puesta a prueba en 1762, cuando una pavorosa escuadra inglesa se presentó ante La Habana.

Cañones para atar la cadena del puerto en en pescante del Morro
Antiguos cañones en el pescante del Morro desde donde se tensaba la cadena del puerto de La Habana (foto de la segunda década del siglo XX)

Los españoles tensaron la cadena del puerto en varios cañones del más grueso calibre empotrados en los arrecifes de ambas orillas (en el pescante del Morro y en la Punta) ; pero esta ocasión, en vez de combinar la cadena con los tradicionales brulotes, decidieron hundir tres barcos en el canal de la bahía para cerrarla; gravísimo error militar que no sólo no impidió a los ingleses rodear y tomar La Habana, sino que privó totalmente a los buques de guerra españoles surtos en la rada de participar en su defensa.

Al final, la cadena demostraría su eficacia militar, cumpliendo con el objetivo de dejar a los atacantes fuera de la bahía; pero el error estratégico cometido por los defensores de la plaza de autoencerrarse en ella, convertiría esa ventaja en totalmente inútil.

El primer punto en que se amarró la más antigua cadena del puerto no se puede precisar con certeza y la imagen más antigua que se conserva de la misma se encuentra en el libro de viajes de Tomas Gage, quien visitó La Habana en 1637.