El 12 de junio de 1933 en horas de la tarde los pilotos españoles Barberán y Collar volando el «Cuatro Vientos», y procedentes de Camagüey a donde habían arribado el día anterior, tocaban tierra habanera en el aeropuerto de la Ciudad Militar de Columbia en Marianao.

En la «ciudad que progresa» fueron recibidos por una entusiasta multitud que había seguido desde la prensa la épica travesía de los dos aviadores españoles. No era para menos, pues Mariano Barberán y Joaquín Collar habían realizado una verdadera hazaña al establecer un récord de vuelo sin escalas y sobre el mar desde la ciudad de Sevilla en España hasta la de Camagüey en la mayor de las Antillas.

De vender la hazaña se había encargado bien la prensa que había seguido minuto a minuto el vuelo del Cuatro Vientos, en ocasiones con titulares que incitaba al morbo como el del periódico El Mundo del 11 de junio que decía:

«Ningún barco hasta ahora ha reportado haberlos visto…. «

Esta y otras noticias semejentas traían de los nervios a la numerosa colonia española en la Isla que contagiaba su preocupado entusiasmo a los cubanos.

Afortunadamente a las 2:05 pm del mismo día 11 de junio se recibió la noticia en La Habana de que el Cuatro Vientos, pilotado por Barberán y Collar había sido avistado en Guantánamo. Los aviadores españoles habían considerado el extremo más oriental de Cuba como uno de los probables puntos de aterrizaje, pues no se podía calcular exactamente el gasto de combustible del avión durante la travesía sobre el Atlántico. Sin embargo, debido al mal tiempo imperante en la zona decidieron seguir volando hacia el oeste, rumbo a La Habana, en vistas de cumplir el objetivo final fijado de 8095 km.


Barberan y Collar Estampilla Postal
Estampilla postal de la República de Cuba conmemorativa del vuelo Sevilla – Camagüey realizado por los aviadores españoles Mariano Barberán y Joaquín Collar (1968)

Al llegar al municipio camagüeyano de Florida las condiciones meteorológicas empeoran y Barberán y Collar deciden hacer un giro de 180 grados y aterrizar en la ciudad de Camagüey. Así, de forma inesperada, los agramontinos entraron en la épica del Cuatro Vientos; y el que debió ser el vuelo Sevilla – La Habana de 8095 km, quedó convertido en Sevilla – Camagüey, de 7895 km, tras 39 horas y 55 minutos seguidas de vuelo que fueron más que suficientes para asombrar al mundo y entrar por derecho en la historia de la aviación.

Barberán y Collar en La Habana

En horas de la tarde del día 12 de junio, Barberán y Collar abordaron de nuevo el Cuatro Vientos y partieron hacia La Habana. A la altura de Matanzas fueron interceptados por cuatro aeronaves de la fuerza aérea de Cuba que les escoltaron hasta el aeropuerto militar de Columbia donde aterrizaron poco después.

Unas 10 000 personas se congregaron pars recibier a los dos pilotos españoles en la pista de la Ciudad Militar, quienes fueron agasajados en la capital cubana las autoridades cubanas y la colonia española.

Mientras los héroes eran paseados en auto descapotable por la capital cubana, el pueblo se reunía en las aceras para saludarlos. Por algunos días, y a pesar de la crisis económica y la violencia política que golpeaban el país, no se habló de otra cosa en Cuba que no fuera de Barberán y Collar.


Barberán y Collar en descapotable por las calles de La Habana
Barberán y Collar pasean en auto descapotable por las calles de La Habana

Desde las oficinas del Diario de la Marina los aviadores se comunicaron personalmente con el presidente de España para darle la buena nueva de su hazaña, mientras el gobierno nacional y el Distrito Central de La Habana se apuraban para entregarle en un acto oficial tras otro la Orden del Mérito Militar, la Medalla de La Habana y las Llaves de la Ciudad.

El 20 de junio a las 5:55 am Barberán y Collar partieron de La a Habana con rumbo a México. El avión fue avistado sobre el mar un par de horas después por el capitán de un mercante y luego en tierra sobre Yucatán a las 11:35 am, hora de México.

Después de eso el Cuatro Vientos desapareció. Mariano Barberán y Joaquín Collar habían realizado su último vuelo a la inmortalidad.