Armando Maribona Pujol es otro gran olvidado de la República; y es una verdadera pena porque hizo méritos suficientes como pintor, como maestro, como empresario, como escritor y como funcionario público.

Nació en Cárdenas, Matanzas, el 23 de junio de 1893. Allí estudió las primeras letras, antes formarse como pintor, primero en la Fundación Villate y luego en la Escuela de San Alejandro.

Para ganarse la vida desempeñó los más disímiles oficios durante su temprana juventud: fue aprendiz de librero, oficinista de ferretería, dibujante comercial y orlista en el periódico El Mundo.

Armando Maribona
El pintor y periodista Armando Maribona en 1954

Armando Maribona, pintor y periodista

Intelectual todo terreno, sus lápices de dibujo le sirvieron para graduarse, además, de la Escuela Nacional de Periodismo:

En 1911 se inició como profesional de las letras en la revista Juventud y en 1916 fue redactor de El Tiempo, al «tiempo» que cursaba y vencía tres años después la carrera de maestro en la Escuela Normal de La Habana.

Su amplia cultura le permitió escribir notas culturales, sociales y económicas entre 1916 y 1921 de forma casi simultánea en La Discusión, El Día y El Triunfo, tres de los periódicos más importante de esos años.

Graduado del Seminario Diplomático Consular de la Universidad de La Habana, Armando Maribona fue corresponsal del Diario de la Marina en París y de la Sociedad de las Naciones en Suiza en 1922 y entre 1924 y 1928 participó en los congresos de la Prensa Latina en Europa.



En 1927 se convirtió en profesor de dibujo, ornamentación y relieve de la Academia de San Alejandro, en la que ejercería cátedra por tres décadas.

Casi todos los críticos coinciden en que Armando Maribona fue mejor dibujante que pintor (seguramente por haber trabajado como ilustrador de prensa). Aún así su trabajo pictórico no carece de valor y obras suyas como «La Virgen de las Palomas» (óleo sobre tela – 1930) y las caricaturas que hiciera en tinta sobre papel y aguada sobre cartulina del pintor cubano Víctor Manuel y el filósofo español Miguel de Unamuno, respectivamente, forman parte de la Colección de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes.

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Bohemia 1915, portada de Armando Maribona

Desde el año 1930 a 1959 fue redactor en el Diario de la Marina, diario desde el que desarrolló una intensa propaganda en pro del desarrollo del turismo en Cuba. También colaboró de forma regular con El Figaro, Bohemia, Carteles, El Mundo y en diversas publicaciones extranjeras.

Tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista lo nombró miembro del Consejo Consultivo y vicepresidente del Instituto Cubano de Turismo (ICT).

Creyente fiel de que el turismo podía llegar a ser para Cuba tan o más importante que la industria azucarera, Armando Maribona dedicó su vida a promover esa actividad económica en la Isla. Así escribiría obras como «El turismo en Cuba» que al día de hoy se sigue considerando como una de las obras más completas escritas en el país sobre la industria sin chimeneas.

Armando Maribona en el Colegio de Arquitectos en 1947
Armando Maribona (derecha) en 1947 recibiendo de manos de René Echarte Presidente del Colegio de Arquitectos de La Habana el Premio por el mejor artículo sobre urbanismo

En octubre de 1957 el BANDES le aprobó un financiamiento de 375 000 pesos a Armando Maribona para que, en sociedad con Mariano Morales del Castillo y Manuel Becquer (ambos funcionarios de ICT), construyeran en la Playa Santa Lucía, propiedad de Becquer, en Trinidad, el motel Las Bocas de 64 habitaciones.

Los tres socios fomentarían, además, un reparto en el barrio Las Bocas en el mismo municipio, para el cual habían constituido la «Compañía Urbanizadora de Trinidad SA» y disponían de un capital de medio millón de pesos.

Armando Maribona trabajó como profesor de la Academia de San Alejandro hasta el año 1959 en que fue cesanteado debido a los vínculos oficiales que había mantenido con el régimen de Batista. Un año después se retiraría también de la práctica del periodismo al dejar de circular el Diario de la Marina, cuya línea editorial se encontraba en plena contraposición con el nuevo gobierno de la Isla.

Falleció en La Habana el 7 de marzo de 1964 completamente olvidado.