El Archivo Nacional de Cuba (ARNAC), tras sufrir un largo periplo de abandono republicano, consiguió finalmente el respaldo institucional necesario para tener una sede en condiciones donde archivar y procesar los múltiples documentos que ya atesoraba. Aprovechando la salida del gobierno colonial aquel 1 de enero de 1899 la hasta entonces Siempre Fiel Isla de Cuba, entró un año antes en el nuevo siglo.

El gobierno interventor estadounidense nombró a Néstor Ponce de León, patriota cubano comprometido con la causa independentista, íntimo amigo de Martí y esposo de una de las hijas del historiador cubano Antonio Bachiller y Morales, quien apenas estuvo 90 días en el puesto debido a su repentino fallecimiento. Ponce de León también sería uno de los primeros promotores de la Academia de Historia de Cuba, fundada años después de su fallecimiento.

Además de este nombramiento el mando estadounidense decidió trasladar el que sería el Archivo Nacional de Cuba hacia el Castillo de la Fuerza. En el traslado se perdieron una serie de documentos, que junto con el gran envío que realizaron las fuerzas coloniales españolas hacia la península antes de su partida, dejó al archivo sin algunos de los documentos más valiosos y trascedentes de su existencia.

Unas dependencias del Castillo de La Fuerza fueron destinadas al Archivo Nacional de Cuba

A esto se debe sumar, como alertaron diversos periódicos de la época, el inmoral saqueo que realizaron los propios empleados del entonces Archivo General de la Isla de Cuba (y al que nos dirigiremos ahora como Archivo Nacional de Cuba para evitar confusiones) que vendieron al por mayor, y sin tener en cuenta el valor de los folios, sacos de documentos a la fábrica de papel de Puentes Grandes.

Otro suceso de terrible consecuencia para el Archivo resultó el siguiente que relata el Capitán Joaquín Llaverías, en su libro Los Archivos de Cuba, editado en 1912 y reeditado en 1949.

Pero todavía ocurrió algo más que podemos contar y que pertenece a esta época de anarquía que tanto hubo de castigar al Archivo General. Un ordenanza del citado establecimiento tuvo por provechoso sustraer los sellos de correo que contenían los papeles, y después de llenar de ellos dos grandes sacos, los vendió en cerca de tres mil pesos a una sociedad filatélica; y de tal criminal atentado soporta el Archivo la consecuencia, puesto que muchos de sus papeles, no pocos de importancia, se encuentran mutilados para siempre.

Página 158 del mencionado libro.

Reorganización del Archivo Nacional de Cuba

Al trágico traslado del Archivo Nacional de Cuba hacia La Fuerza siguió uno aún más complejo cuando por designación del entonces presidente Tomás Estrada Palma se decidió enviarle al anticuado Cuartel de Artillería ubicado en el extremo sur de la calle Compostela en la manzana que contenía también a la antigua Iglesia de San Isidro y la Casa de Acogida, asiento en el cual continúa hoy, aunque en una construcción nueva sobre la cual hablaremos más adelante.

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Puerta de entrada del Archivo Nacional de Cuba cuando estaba en el Convento de San Francisco con el nombre de Archivo General de la Isla de Cuba

A Estrada Palma le debe el Archivo Nacional de Cuba la unificación definitiva de su nombre, como señala el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring:

El Archivo había experimentado varios cambios en su denominación: Archivo General de la Isla, Archivos de la Isla de Cuba, Archivo General de la Isla de Cuba y Archivos Nacionales, hasta que, para acabar la confusión existente, en 20 de diciembre de 1904, el Presidente Estrada Palma, dispuso, por un Decreto, que en lo sucesivo «se le llame únicamente Archivo Nacional de Cuba en cuantos actos y documentos oficiales tengan relación con el establecimiento».

Dr. Roig de Leuchsenring. La Habana. Apuntes Históricos. Tomo III

Presidentes

El reconocido historiador y escritor Vidal Morales fue nombrado el 25 de enero de 1900 como Jefe de los Archivos de la Isla de Cuba quien falleció en 1904. De este período, marzo de 1902, data la publicación de los respetados Boletines de los Archivos de la Isla de Cuba (Boletín del Archivo Nacional de Cuba) que con carácter bimestral daban información sobre la labor y existencias de la institución.

Entre los años 1964 y 1965 se publican con el título Boletín del Instituto de Historia y del Archivo Nacional presentando algunas variaciones en el formato original. La publicación quedó suspendida entre 1966 y 1973; y entre 1976 y 1985. Comenzando en 1986 la segunda época con el n. 1 hasta la actualidad, constando estos de carácter anual.

A Vidal Morales le siguió el periodista José Dolores Poyo quien estuvo al frente del Archivo en el traslado hacia la Armería Nacional (Cuartel de Artillería). Quedaron los valiosos documentos del Archivo en la parte superior de los almacenes y talleres, con sus hornos y productos químicos, dañando seriamente gran parte de las existencias del Archivo Nacional de Cuba que allí permanecieron por casi 40 años.

Miguel Alcover, también periodista, sustituyó a Dolores Poyo en 1911 permaneciendo apenas un año como Jefe Archivero. Sería Julio Ponce de León quien durante casi diez años estaría al frente de esta institución hasta que se jubiló en 1921.

Joaquín Llaverías y Martínez

Durante casi 57 años estuvo trabajando en el Archivo Nacional de Cuba, dirigiéndolo desde 1921 hasta su fallecimiento el 23 de noviembre 1956. A su incesante labor, primero como archivero y luego como Jefe Archivero, debemos gran parte de la salud del actual Archivo Nacional de Cuba.

Con motivo del centenario de la institución lanzó una campaña que encontró buena recepción en la Academia de Historia, dirigida por Dr. Emeterio Santovenia desde diciembre de 1941, y en el gobierno del General Batista. Resultando en la construcción del flamante edificio que hoy ocupa el Archivo Nacional de Cuba, al cual nos referiremos en otra entrada.

Entre los múltiples libros que dedicó a salvaguardar la memoria nacional el veterano capitán del Ejército Libertador, nacido en La Habana un 27 de julio de 1875, están la mencionada Historia de los archivos de Cuba, Cartas Inéditas de José Martí, 1920 y Centón epistolario de Domingo del Monte (Tomo 4 y 5, 1938).

Nombrado oficialmente como Jefe Archivero el 3 de noviembre de 1922 en honor a su memoria ha quedado este día como Día del Archivero cubano.

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