La Habana, ciudad marítima, vivió de espaldas al mar durante buena parte de su primera historia. Hasta que en 1777 un paseo marítimo reconfiguró la ciudad: la Alameda de Paula cambió a la capital.

Era la zona que luego ocupó el paseo, un basurero en un rincón de intramuros, olvidado por los ricos, sin bellezas ni ornamentos.

En 1777 y como parte de la política del Despotismo Ilustrado empezó La Habana a convertirse en una urbe moderna. Numerosas obras arquitectónicas como: el Paseo del Prado, teatros como el Teatro Principal, edificios de gobiernos, etc, dotarían a la capital de la imagen que hoy conocemos. Parte importante de esa reconfiguración fue el paseo marítimo Alameda de Paula.

Teatro Principal_Ópera en La Habana en la Alameda de Paula
Teatro Principal en la Alameda de Paula

Tomó su nombre de la iglesia de Paula, y de la existencia en este lugar del Hospital de Mujeres de San Francisco de Paula, fundado por don Nicolás Estévez Borges, religioso habanero beneficiado rector de la Parroquial Mayor de esta ciudad y más tarde deán de la diócesis, quien por su testamento de 10 de diciembre de 1664, otorgado pocos meses antes de morir dejó bienes ascendientes a 45 002 pesos para que se fundase un hospital dedicado exclusivamente a la curación de mujeres enfermas; dicha casa benéfica que como todas las de su época poseía también una iglesia.

La futura Alameda de Paula pasó por varias fases de remodelación siendo a mediados del siglo XIX que adquirió su belleza definitiva, pero el Marqués de la Torre, el capitán General que a su llegada a La Habana descubrió que tan proverbial ciudad no contaba con ningún sitio dedicado en exclusiva a su esparcimiento en la población encomendó la construcción en esta zona. Al entregar el mando de la Isla a su sucesor don Diego José Navarro García y Balladares se enorgullece de la obra de la siguiente forma:

«Construí el hermoso Paseo de Paula adorno y desahogo de la ciudad. No hay paraje más agradable en ella por su situación y por sus vistas: expuesto a los aires frescos descubriendo toda la bahía y colocado en el lugar más principal de la población, logra el público dentro del recinto, donde antes había un muladar, el sitio de recreo más propio para un clima tan ardiente y que parecía elegido para este fin desde la fundación de la ciudad. Está tasada esta obra, en el avalúo hecho por disposición del M. I. Ayuntamiento, en 15 861 pesos.»

Una glorieta que caía hasta el agua, fuentes de mármol, estatuas, zonas verdes con bancos resguardados a la sombra de árboles, adoquines, e inmensos palacetes que comenzaron a edificarse a su guarda convirtieron al antiguo basurero en una de las zonas más bellas de La Habana.

Con la Alameda de Paula llegó a la capital cubana la moda francesa de los paseos, si bien los caballeros habaneros – sobre todo aquellos que habían estado en París – se lamentaban de que las bellas cubanas, a diferencia de las francesas, no solían pasear a pie, sino en carruaje y por muy corto tiempo, casi al caer la tarde, entre la siesta y la oración, por lo que la ventana para «cazar» en el paseo marítimo era bien corta.

Tendrían que pasar algunos años más y construirse otra alameda más larga y grandiosa que la Alameda de Paula (el Paseo del Prado) para que, finalmente, la aristocráticas damas de La Habana se decidiesen a «pasear a pie».

La Alameda de Paula debe su construcción al coronel de ingenieros Antonio Fernández de Trebejos y Zaldívar, militar español que defendió La Habana en 1762, para luego, reedificarla. Mucho le debe la ciudad al talento de este olvidado arquitecto. El título de «Ciudad Maravilla» es también gracias a él.

Alameda de Paula en la actualidad
Alameda de Paula en la actualidad. Foto Víctor Toledo, grupo de Facebook Fotos de la Habana

Arte e Historia sobre la Alameda de Paula

La Alameda se extiende desde la calle Paula, frente a los Almacenes de San José hasta el embarcadero de la lanchita de Regla poco antes de la calle Luz.

En el trayecto del arbolado paseo se encuentran varios puntos dignos de mención por su atractivo turístico:

  • Iglesia de San Francisco de Paula: Hermosa y restaurada edificacion, en la actualidad dedicada a la música clásica y barroca. En ella radica el conjunto de música antigua Ars Longa.
  • Columna de O’Donnell: Erigida en 1847 en honor a la Marina Real está decorada con los símbolos y armas de España. Hasta que en 1910 la derribó un ciclón fue el centro de una fuente con varios surtidores.
  • Estatua de Nicolás Guillén: Obra del escultor cubano Enrique Ángulo, esta estatua a tamaño natural del poeta cubano con actitud desafiante y mirando al mar, se inauguró en 2019.
  • Estatua de Enriqueta Faver: Erigida en 2020 en honor a la Suiza Enriqueta Faver, la primera mujer en ejercer la medicina en Cuba. Obra del escultor cubano José Villa Soberón.