Adriana Billini Gautreau es por derecho propio una de las pintoras y pedagogas fundamentales de finales del siglo XIX y comienzos del XX en la República Dominicana y Cuba, además de ser la precursora de la fotografía en Quisqueya como ha arrojado una investigación del Museo Bellapart de la República Dominicana.

Sorprende que una figura tan reconocida en su época no tenga la suficiente atención que merece en la actualidad. La notoriedad del olvido de su figura y su obra se ha cimentado gracias al desconocimiento de muchos aspectos de su vida, por ejemplo la fecha exacta de su nacimiento ocurrido en 1865 aparece con diferentes fechas en las fuentes consultadas.

Pese a ser considerada la Primera Dama del Arte Dominicano la pintora Adriana Billini vivió desde los tres años en Cuba, a donde llegó tras ser declarado Cónsul su padre, el eminente pintor, escritor y fotógrafo Epifanio Billini, y sería en la Mayor de las Antillas donde viviría y desarrollaría el grueso de su obra hasta el final de sus días por lo cual podemos considerarla cubana por derecho propio.

Baste señalar que fue profeta en su tierra natal cuando recogió la medalla de Oro de la Exposición de Arte de Santo Domingo en 1923 y 1927. En la distancia con su tierra natal influyeron las posiciones políticas de su familia como veremos a continuación.

Adriana Billini
Obra del período religioso de Adriana Billini


Una familia extraordinaria

El origen de este singular y polémico apellido italiano estaba en Juan Antonio Billini Ruse (1787-1852) que formaba parte de las tropas del general Leclerc, enviadas por Napoleón Bonaparte para aplastar la insurrección de Toussaint L’ouverture y de Jean Jacques Dessalines.

Juan Antonio formaba parte de la brigada piamontesa que se pasó al bando de los españoles en 1809 y a los cuales se les permitió asentarse en tierras dominicanas. Tuvo una larga prole de 16 hijos de sus dos matrimonios, nacidos todos en Baní donde se casó con Juana de Mota Hernández, de esta unión nació uno de los más renombrados de sus descendientes, José Billini Mota y posteriormente se volvió a unir en nupcias con Ana Joaquina Hernández (natural de Bayamo, Cuba) naciendo de este enlace Epifanio (padre de Adriana) e Hipólito Billini Hernández. Estos tres hermanos están considerados entre los próceres de la independencia de la nación dominicana.

Los Billini, como veremos a continuación, son una familia de notable relevancia en la hermana nación de la República Dominicana. Entre sus miembros destaca el primo de Adriana, Francisco Gregorio Billini Aristy (1844-1898) hijo de Hipólito, quien llegó a ser el presidente de la nación en el período de 1884-1885 y que fuera, además, amigo de nuestro Máximo Gómez. La relación de los Billini con el Generalísimo, según el General de nuestras guerras de Independencia Eusebio Hernández, era más profunda que una simple amistad, pues todos eran primos y naturales de Baní.

El también profesor titular de la Universidad de La Habana fue más allá y aseguró que en el fracaso del plan Gómez-Maceo influyó el «golpe de estado» dado en República Dominicana que sacó a Francisco Gregorio Billini del poder en 1885 provocando que las armas, municiones y medicamentos que en ese país estaban fueran confiscadas por las autoridades de facto*.

Otros miembros de apellido Billini destacaron como periodistas e intelectuales, pero sería el Padre Francisco Xavier Billini Hernández, tío de Adriana, fundador y director del Colegio San Luis de Gonzaga, quien fue muy conocido por «descubrir» los restos del Almirante Cristóbal Colón en la Santa Iglesia Catedral de Santo Domingo en 1877.

Aquel suceso causó extremo revuelo en la sociedad habanera pues múltiples documentos certificaban la presencia de los restos del marino en la capital cubana desde 1795. El Padre Billini vivió en varios períodos de su vida en Cuba, de dónde era su madre y donde su hermano fue cónsul, pues siempre estuvo ligado a la política y tuvo que exiliarse varias veces de su país.

Adriana Billini, el Caribe por paleta

Volviendo a Adriana Billini, desde pequeña edad, heredando el interés creativo de su familia, comenzó a mostrar inquietudes artísticas que la llevaron a matricular en la Academia San Alejandro de la Habana en 1882, con apenas 17 años, destacando por ser una de las pocas mujeres que conseguía ingresar en tan selecta Academia, considerada en aquel momento la más importante del Caribe. En aquel momento las chicas y los chicos cursaban las materias por separado, retirándose estas cuando se realizaban ejercicios con desnudos.

La Infante-Adriana Billini

En la Academia de San Alejandro permaneció hasta 1894 asistiendo a 11 cursos y finalmente convirtiéndose ella misma en pedagoga del centro. Con el apoyo inestimable de su padre Efigenio, considerado el padre de la fotografía dominicana, expandió su mundo creativo a la fotografía y la litografía, siendo una artista madura, con amplio conocimiento de la técnicas de la época y una particular tendencia por los paisajes tropicales.

En el suplemento artístico, La Habana Elegante, centrado en el público femenino. recibió en 1886 elogios entusiastas de Ramón Ignacio Arnau, periodista exigente como pocos dentro del panorama cultural habanero.

Méritos y medallas

A lo largo de su vida recibió múltiples distinciones, pero acaso la más trascendente fue la de romper el machismo que aún prevalecía en la enseñanza artística de la Isla al conseguir su cátedra en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro en 1906. Antes de eso había dado conferencias en Cuba, México, República Dominicana y Estados Unidos donde expandió su particular método para enseñar a dibujar presentado en 1899.

Billini-Cocinera 1885
La Cocinera-Adriana Billini-1885

Dicho método constaba de 24 lecciones y fue puesto a prueba en su propia Academia de Dibujo y Pintura «El Salvador» que estaba radicada en La Habana. En esta ciudad fue una de las fundadoras del Círculo de Bellas Artes de La Habana y presidenta de la sección de Bellas Artes del Ateneo de La Habana además de miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras.

Impacto social

En el Primer Congreso Nacional de Mujeres, organizado por la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas en abril de 1923 fue delegada y ponente representando a la Asociación de Católicas Cubanas y a la Escuela Profesional de Pintura y Escultura. Allí realizó unas declaraciones que detallan su metódico sistema de trabajo.

Amante de la disciplina porque la disciplina es orden y el orden es factor de armonía y de belleza.

En el Primer congreso nacional de mujeres

La ficha con la cual la presentaron a sus compañeras presentes en el Congreso (estaban entre otras Elvira Martínez, Dulce María Borrero, Concepción Mercier, doña Lydia Cabrera, Amelia Peláez, Camila Henríquez Ureña, Jeannette Ryder, entre otras…) habla de la importancia de su figura en aquel momento.

Adriana Billini, profesora de Dibujo Elemental de la Escuela de Pintura y Escultura, conferencista de Escuelas de Verano, premiada en la Exposición de Búfalo, en la de Charleston, en la de Saint-Louis y en la de Santo Domingo. Asimismo en la Exposición Nacional del año1911 por un retrato.

En el 1908, y en una revista de la capital, ‘‘Azul y Rojo’’, en un Concurso Nacional fue proclamada como la mejor pintora, habiendo merecido grandes elogios de críticos como el Conde Kostia.
En su Academia privada fue donde se iniciaron las primeras conferencias de Arte que se han dado en Cuba republicana, y en que, oradores de talla, como Max Henríquez Ureña y José
María Soler (este último la ilustró con proyecciones), dieron realce y alientos a la ardua labor que realizaba con sus notables conferencias.

También explicó un Curso de Teoría del Arte, en el Ateneo de la Habana. Ha sido colaboradora de las Revistas ‘‘Cuba y América’’, de Raimundo Cabrera, y ‘‘Arte’’, de los Dres. Mustelier y Remos; y ha merecido grandes elogios de este ilustre literato con motivo de los
dos cuadros que últimamente ha ejecutado: cuadros de asuntos religiosos de grandes dimensiones: «Virgen de la Altagracia» y el cuadro «El Mambí» y el de la «Cocinera Cubana».

«El Mambí» ha recibido los honores de figurar en la Galería Nacional de Arte del museo de esta capital. Es académica de número de la Sección de Escultura de la Academia Nacional de Artes y Letras. Vicepresidenta de la Sección de Bellas Artes del Ateneo y Presidenta de la Secci´ñon de Propaganda de la Asociación de Damas Católicas Cubanas.

Ficha de Adriana Billini en el Primer Congreso Nacional de Mujeres

Una Habanera más

Residió prácticamente toda su vida en la Mayor de las Antillas y aunque en su juventud su familia estuvo radicada en Puerto Príncipe, fue en La Habana que encontró su sitio desde que llegase en 1882 hasta que falleciera el 19 de enero de 1946.


*-El Doctor Eugenio Hernández, que alcanzó el rango de General por su participación en las tres causas independentistas cubanas, señala en su artículo lo siguiente:

Crombet desembarcó en un bote, afirmó que el Capitán había hecho las señales convenidas sin resultado, y que temeroso de ser apresado por las autoridades inglesas, resolvió ..seguir a Santo Domingo—según lo convenido— a pesar de su repetida protesta.

Máximo Gómez, en los momentos en que ocurría esto en Kingston, había embarcado en New York—por medio del cónsul dominicano, hermano del Presidente Billini, primos de Gómez—las armas, municiones y equipos para la expedición. A continuación se embarcó él para la República hermana, en donde todo parecía estar en calma, y en ese lapso de tiempo se le ocurrió a Ulises Heureaux «Lily» derrocar a Billini y poner en su lugar al Vicepresidente, hechura suya.

Como en ese instante llegaran las armas y las municiones, el caudillo dominicano se apoderó de ellas, las repartió a sus soldados y a Máximo Gómez lo redujo a prisión. Máximo Gómez había empleado en esa expedición el resto del dinero que le recogió Hernández en el Cayo.

Maceo había consumido igualmente buena parte del que le dieron en el Cayo y New Orleans, y al general Rafael Rodríguez se le había pedido para completar el dinero de Maceo mil pesos (1,000) de los fondos destinados a su expedición.

General Eusebio Hernández, Del Zanjón a Baire, en El Libro de Cuba 1925