Adolfo Luque nació para jugar al béisbol, como Capablanca al ajedrez, o el Kid Chocolate al boxeo, si se hubiese dedicado a otra cosa está Isla se habría perdido a su primera superestrella, y Latinoamérica habría tenido que esperar unos años para ver a un hijo de sus tierras brillar en la gran carpa.

Porque «Papá Montero» fue un hombre de primicias, resultado del talento  que derrochaba a montones, fue considerado un genio del beisbol y viéndolo jugar sus contemporáneos, de momento, creian que la pelota era un deporte fácil.

Las primicias del «Havana Perfecto»

Adolfo Luque fue el primer Latino en lanzar en un juego en la serie mundial de las ligas mayores, al entrar de relevo en 1919, por los rojos del Cincinatti, para asegurar la victoria frente a los temibles Chicago White Sox.

Adolfo Luque

Fue el primer Latino en ganar un juego de la Serie Mundial,  al tirar de relevo, en el quinto juego de la final de 1935 para los Gigantes de New York. En ese entonces, y ya con 45 años Adolfo Luque lanzó cuatro inning y resultó el vencedor.

Durante décadas, ostentó el record de más juegos ganados para un latino en las mayores, con 27, en la temporada de 1923, en la cual además terminó con un excelente promedio de efectividad de 1.93.

Los orígenes de la leyenda de Adolfo Luque.

Adolfo Domingo de Guzmán Luque, nació en La Habana el 4 de agosto de 1890,  según parece se inició en el béisbol en el Vedado Tennis Club, como jugador de tercera base, posición que al principio prefirió por sobre el pitcheo, pues en su etapa de cadete aún jugaba esa posición en el equipo de las Fuerzas Armadas, donde es scouteado por el Fé.

No ha trascendido en las fuentes consultadas, si Agustín «Tinti» Molina, manager del Fé, sabía que estaba firmando una futura superestrella, pero lo cierto es que mucho le debe el béisbol cubano.

Adolfo Luque

Adolfo Luque poseía un brazo privilegiado, potente, además de un excelente tacto, e incluso algo de fuerza, pero sería su habilidad para lanzas curvas lo que le haría brillar. Las controlaba a su antojo, y lograba que cayeran justo donde las necesitaba.

Prestaba mucha atención a la manera en que se paraban sus oponentes en el home plate, para en función de ello colocar sus curvas en la zona que más incómoda le fuera al bateador, de acuerdo a la posición en que estaba parado.

Ese control tremendo de la curva, más una recta potente de la cual no abusaba, hubiesen sido buenas herramientas para ser una estrella, pero además de ello Adolfo Luque era un gran observador, con una memoria privilegiada, y cuando un bateador le conectaba fácil algún tipo de lanzamiento, ese envío nunca más se lo repetía. Todo ello junto es, casi, lo que lo volvió una superestrella.

Adolfo Luque
Postal de las grandes ligas representando a Adolfo Luque

El elemento restante fue su temperamemto, Adolfo Luque era un lanzador de carácter, que nunca se amedrentaba. Lo mismo podía salir del box, corriendo hacia el banco contrario, a enredarse a puñetazos él solo contra todo el equipo; o visiblemente molesto, por alguna mala actuación que estaba teniendo, se increpaba duramente y con solo tres lanzamientos retiraba al oponente.

Su temperamento, es en gran medida responsable del apodo de «Papá Montero», eso y el gusto desmedido por la rumba, las guayaberas, y los tabacos. Como director, su carácter se entretejeria con la leyenda negra, en la cual ha quedado que portaba un arma en la cintura cada vez que dirigía un partido en Cuba.

Gracias a todas esas cualidades Adolfo Luque lanzó, ganó y dirigió prácticamente hasta su muerte -ocurrida, como no podía ser de otra manera, por un infarto cardíaco el 3 de julio de 1957-, pues su último juego lo lanzó, para el Cienfuegos, con 54 años de edad.

Adolfo Luque
Estadísticas de la carrera de Adolfo Luque

Lo que faltaba al mito, ¡Luque muerto en el pináculo de su fama!

Como todos los mitos, el de Adolfo Luque también tiene su anécdota increible, y es su resurrección:

En una ocasión el barco en que viajaba de La Habana a Miami naufragó y se pensó que había muerto ahogado, declarando el presidente tres días de luto y hasta le hicieron una canción tipo rumba llamada «A llorar a Papá Montero». Pero varios naúfragos se salvaron y pudieron llegar a Miami para alegría de todos sus familiares, uno de ellos, el gran Adolfo Luque.

Milib.com

Adolfo Luque, el grande del Club Almendares es miembro de tres Hall of Fame: 1958, fue electo al Salón de la Fama del Béisbol Cubano; 1967, exhaltado al de los Rojos de Cincinnati; 1985, electo
al de México.