Continuación del texto «Los inicios de la Playa de Marianao» del arquitecto Luis Bay Sevilla y que fue publicado en el Diario de La Marina (23 agosto 1946) por lo que cuando el autor se refiere a términos de actualidad lo hace con respecto a la fecha de publicación del texto. (Para leer la primera parte pinche aquí)

Durante los días 9 y 10 de septiembre del año 1919, la costa norte de Cuba, desde las Bahamas al Golfo de México, entre Key West y la Habana, fue azotada por un intenso huracán que se movió lentamente a unas setenta millas de la costa, dejando sentir sus vientos con bastante fuerza en las provincias de Santa Clara, Matanzas y la Habana, sin causar daños de consideración.

Pero el oleaje lanzado sobre el litoral de Cuba, desde Caibarién a la Habana, fue de una violencia sin precedentes. En el litoral de la Habana los daños fueron grandes y algunas vidas se perdieron. En el puerto de Key West y canales y estrechos de la Florida, se perdieron también muchos barcos, entre los cuales hay que citar el transatlántico de bandera española “Valbanera” que a pesar de encontrarse a la vista de La Habana, su capitán se alejó de nuestras costas, creyendo seguramente poderlo capear mejor, pero como el “Valbanera” era un barco viejo, fue juguete del viento que lo arrastró con terrible violencia, perdiéndose en las costas de la Florida, cerca de Half Moon, sin que lograra salvar la vida uno solo de los 573 pasajeros y 203 tripulantes, entre oficiales y marineros que traía a bordo.

El barco, tras intensa búsqueda, fue localizado porque uno de los mástiles salía sobre la superficie del agua, encontrándose descansando sobre un banco de arena movediza, pues poco a poco fue hundiéndose hasta desaparecer.

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Imagen de uno de los parques de la zona

En este barco regresaban a la Habana varias familias residentes aquí, que habían pasado en Europa los meses de verano, figurando entre ellos la señora Francisca Benítez de Pérez, que venía con sus hijos Juan, Carmen y María del Pino a reunirse con su marido que la esperaba en la Habana, motivando su viaje a Cuba la circunstancia de actuar como madrina en el matrimonio de su hermano nuestro querido amigo y compañero José Benítez y Rodríguez, Director de la Estación Radioemisora “La Voz del Aire”, con la señorita Esther Heyman.

Venía con ellos la señora Isabel Perdigón, viuda de Ezequiel Benítez, hermano también de nuestro compañero José Benítez, que perdió la vida junto con su señora madre doña María del Pino Rodríguez de Benítez y una hermana soltera nombrada Carmen, en el naufragio del trasatlántico español “Príncipe de Asturias”, hundido sobre un banco de arena en las costas del Brasil, en su viaje de Canarias a Buenos Aires. Este era el primer viaje que en esa ruta rendía el “Príncipe de Asturias”, barco nuevo, acabado de salir de los astilleros.

La violencia del oleaje, originada por el huracán, causó graves desperfectos en los baños establecidos en la Playa de Marianao, algunos de los cuales, como los del Mallorquín y los del Americano, desaparecieron totalmente, al ser golpeados con gran violencia por un grueso madero que flotaba sobre las embravecidas olas.

También sufrieron serios desperfectos las casas existentes entonces en aquella playa, algunas de cuyas familias fueron salvadas por el heroísmo de un grupo de jóvenes que valientemente y desafiando las iras del mar, las fueron sacando de sus respectivas casas.

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Imagen de la Playa de Marianao

Entre esos jóvenes, se encontraban Valentín de Cárdenas, hermano de Patricio, que fue Comandante del disuelto Ejército Nacional y de Eduardo que ejerce actualmente su profesión de médico en el pueblo de Marianao; Cándido Navas, teniente del Ejército Nacional, muerto de un tiro hace algún tiempo; Antonio Mesa y Valdés, abogado, coronel del Ejército Nacional y ex jefe de la Consultoría del mismo; Silvio y Godardo Nuño, hijos del licenciado José Miguel Nuño, notario del Colegio de la Habana y hermano de Adolfo, que era en aquellos días casi un niño; Horacio Fabré, primo de los Nuño y actualmente empleado del Registro de la Propiedad de Marianao, y Leoncio Rodríguez, que presta en la actualidad sus servicios en las oficinas del Ayuntamiento de Marianao.

Familias residentes de la Playa de Marianao

Las personas que en aquellos lejanos días residían o eran temporadistas de la Playa de Marianao, según he sido informado, eran las siguientes: Una familia norteamericana de apellido Smith, que ocupaba una casa de mampostería y tejas, conocida por la del americano, casa ésta que fue demolida cuando se hicieron las obras de urbanización de aquella playa.

Junto a esta casa estaba la que ocupaba con su familia el señor Carlos F. Carbonell, socio prominente del H. Y. C., y propietario del yacht “Gipssy”. Le seguía la casa conocida por la de los mallorquines, que eran unos pescadores viejos vecinos de aquel lugar.

Después se encontraba la casa del Alcalde de Barrio Don Vicente Esperón, que tenía dos hijas muy lindas casada una de ellas con Don Ramiro López de Mendoza, quienes fueron padres del doctor Ramiro López de Mendoza y Esperón, Presidente del Ayuntamiento de Marianao en funciones actualmente de Alcalde; Elena, la segunda de las hijas, es actualmente viuda y desempeña una plaza de maestra en una escuela de Marianao, donde reside. Don Ramón, como le decían sus amigos, era un hombre extraordinariamente bueno y servicial, que tenía allí un negocio de venta de pescado.

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Entrada de una quinta de Marianao

La mesa de su casa, como él decía y era así realmente, estaba siempre servida para sus amigos. Su viuda reside actualmente en Marianao. Contigua a ésta, existía otra casa que estaba ocupada todos los veranos por el doctor Pablo Mimó, que pasaba allí la temporada en compañía de su mujer e hijos. El procurador don José Ignacio Tarafa, iba también allí de temporada con su mujer doña María Urdanivia y con sus hijos Enrique, hoy colono del central Lugareño, en Camagüey, casado con doña María Leiseca; José Ignacio, médico especialista en huesos, casado con doña Mercy González Fantony y Estela y Pedro, que permanecen solteros y residen en Marianao.